T2:Cap9_Vic.3-El mundo como es.

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Pov: Henry Potter Peverell

__ oh mi niño, feliz septimo cumpleaños __ mi abuela aprieta con fuerza mis mejillas, jalandolas y estirandolas a su antojo.

__ Abuela, ¡no! Eso duele, ¡MAMA! __ grito, logro divisar a mi madre bajando las escaleras con lentitud, y cierta sonrisa en su rostro, vestida de un hermoso y elegante vestido azul celeste.

__ Mamá por favor, no lo hagas más, sabes que este pequeño diablo de aquí le molesta que lo hagas __ dice mi madre, con cierta calma al hablar y con admirable tono de voz.

Mi abuela me suelta y me observa unos minutos con una gran sonrisa en el rostro y particular brillo en los ojos.

__ Cierto, aún no entendió por qué salió tan llorón __ dice mi abuela y me madre niega contenta.

__ ¡No soy llorón! __ grito algo molesto.

__ ¡Henry! __ grita mi padre, quien al parecer venía saliendo de su oficina _ Discúlpate con tu abuela por tu tono de voz jovencito, y de la manera correcta, nada de un simple " me disculpas " __ bajo la mirada avergonzado de mis actos y camino hasta mi abuela __ Perdóname Abuela, mis actos no fueron los adecuados y sin haberlo deseado, he cometido una enorme falta hacia usted, le pido que me su perdón, y aunque no me lo de, le juro que esto no volverá a pasar __ podía sentir las lágrimas en mi ojos y me sentía tan mal por haberle gritado a mi abuela, seguí manteniendo la cabeza baja, esperando que mi abuela me diera su perdón, ella solo me miró, sonrió y asintió, levantó mi rostro y me miró a los ojos.

__ Levanta la frente Henry, Solo has de bajarla para mirar tus zapatos, jamás por cosas triviales como estas, tuviste valor para cometer tal comportamiento inadecuado, ahora ten valor para verme a la cara, recuérdalo siempre Henry __ dijo mi abuela con una calma que podría rivalizar con la de mi madre __ Yo acepto tus disculpas, ahora ve a la biblioteca y tráeme de esta, el libro titulado " Criaturas, El legado de la Sangre " por Vlademir Omairus III __ asentí y salí de la habitación ya un poco más calmado.

Corro hasta la biblioteca con la intención de encontraste aquel libro que me había pedido traer, lo encontré entre varios libros que parecían tener algo que ver con un legado, este era de pasta gruesa y de un color carmesí, con cerradura de oro y el titulo por igual, sonreí y salí corriendo de la habitación, estaba por tocar la puerta de la sala, pero la voces que parecían venir de adentro evitaron que lo hiciera, mis padres siempre me enseñaron que no podía interrumpir la conversación de adultos.

Estaba por irme, pero cuando lo noté, mi oído ya estaba pegado a la puerta de roble negro.

__ Eres muy duro con el Sebastián __ habla al parecer mi madre

__ El tiene que aprender sus errores Emily, Debe saber cuando se equivoca y cuáles son las consecuencias de su actos __ dice mi padre.

__ Aún es un niño Sebastián, por el momento su mundo es de color de rosa, no rompas esa inocencia __ esta vez habla mi abuela, y parecía algo disgustada.

__ No Margaret, Henry debe saber que el mundo no es como se lo pintan sus libros de aventuras y ficción, el debe saber los riesgos y los peligros que enfrentará al crecer, a lo que estará expuesto, no pueden solamente intentar tapar el sol con una mano, es mejor que vea desde pequeño el mundo como es, así estará listo para las adversidades que tendrá que superar, me lo agradecerán cuando crezca, el mundo de hoy es como un hoyo oscuro y lleno de criaturas peligrosas, mientras más te enfrentas a ellas, menos miedo tendrás cuando estás te ataquen y cada vez estará más cerca de la salida, el necesitará la experiencia para enfrentar a sus enemigos y algún día defender a su familia, la experiencia y el conocimiento lo son todo, mientras más tenga de ambos, menos errores cometerá  __ dijo mi padre y salió de la habitación por la otra puerta, aquella que daba a su oficina.

__ Aún es muy pequeño __ susurro mi madre

Desvió la mirada, las palabras de mi padre aún se mantenía frescas en mi mente, respiró hondo y entró a la habitación, intentando olvidar aquella charla que escuché a escondidas, detrás de aquella negra y ancha puerta de roble.

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Aquella tarde mi abuela y madre me revelaron mi condición de criatura, un tritón de agua salada, lo opuesto a una sirena, mi madre me contó que la sangre de tritón la heredé de mi padre, y que este de su padre, y este de su madre, y el legado sigue.

Mi madre se encargó de enseñarme todo lo que podía de ser un tritón, y ciertas veces mi abuela ayudaba.

Mi padre en cambio, siempre se encontraba ocupado, siempre había algo más importante que su familia, pero cuando estaba en casa, siempre se comportaba de manera distante y déspota conmigo, como si estuviera resentido o molesto, llegue a odiarlo por eso, y nunca llegue a entender que había visto mi madre en un hombre como el, mi madre están tan amable, educada, hermosa, toda una mujer sangre pura respetable, y mi padre en cambio era déspota, cortante, frío, y de carácter fuerte, todo lo opuesto a ella.

Nunca entendí el por qué quería que fuera más fuerte, de carácter frío, me entrenó en diferentes clases y siempre pedía que mi rendimiento fuera de excelencia.

Cuando cumplí once años y entré a Hogwarts, el no llegó al andén a despedirse, mi madre se disculpo por el, como siempre, el era frío con ella, y ella aún así lo seguía amando, disculpándose siempre por el, solía creer que eso era patético y miserable.

Pero aquel verano de 1910, a punto de terminar mi cuarto año de magia, entendí todo, entendí aquello que mi padre siempre me dijo, vi al mundo como era, sin ese tono color rosa, y dejé de lado esos pensamientos de inocencia, ya no tenia eso, se me había sido arrebatada de la peor manera conocida, y por primera vez en mi vida, agradecí al trabajo de mi padre, por primera vez entendí a mi padre, por primera vez dejé de comportarme como un niño malcriado y empecé a comportarme como un adulto, dejando de lado, aquellas libros de aventura y ficción, que te contaban de un mundo feliz y bueno y empecé a leer sobre política y contabilidad, mi padre parecía ser feliz por eso, y me sentí feliz por al fin ponerlo orgulloso, y con el tiempo las palabras de mi padre fueron mi motivación y aquello que me mantuvieron de pie, aún tenia que demostrar valor ante las adversidades.

Palabras: 1156

SECRETOS (REEDITADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora