capítulo 4

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Flor se detiene mirando con angustia la cosa frente a ella.

Un par de puertas enormes de madera dorada y dos cristales a cada lado. El lugar luce como si fuera hecho todo de oro. El problema es que, nada de esto lo hace ver hermoso, contrario a todo, ese color le aterra. Casi puede sentir el alcohol que bebió querer salirse de su garganta sin remedio. Y también tiene ganas de escaparse, salir corriendo de ahí, gritando si es posible, el verdadero problema es que tiene las manos atadas tras su espalda con un cinturón de cuero, la hebilla le está lastimando y tiene los ojos tan hinchados de tanto llorar.

Siente que lleva meses en el hotel, pero por lo que Nas le dijo, apenas lleva dos semanas, pero eso no significa que se sienta más tranquila. Tiene la garganta ardiente por los gritos, cuando casi el hombre rico y viejo la desnuda, pero no lo hizo, al parecer no estaba con ánimos de aguantar a una niña llorona. Así que Nas sólo le metió tremenda tunda dejando adolorido sus costillas y luego la dejó dormirse un rato. Y luego ahí estaba, de nuevo, después de que Nas casi la ahogara cuando la obligó a bañarse y que de metiera a punta de arma unas pastillas a su garganta, se sentía mareada, y muy cansada como para hablar, no entendía como es que podía caminar con esos zapatos altos y usar un vestido, pero lo hacía para sobrevivir, necesitaba estar concentrada si quería salir de ahí, viva.

Todo en lo que podía pensar era en su tata y el porque Nas dijo que ser una Greene tenía sus beneficios. Ella no era pobre claro pero no es que viviera en un palacio, su mima siempre le dijo que debía alejarse de la gente rica, que ellos eran de mala sangre y que ganaban poder a costa de inocentes. No entendió eso hasta que vio a todas esas mujeres y niñas siendo arrastradas a un local de grandes pilastras, por arriba había una insignia como si fuese un escudo, dos leones mirándose de frente de color plateado, con una cadena sobre sus melenas.

Flor casi se desmaya al verlos, a ella siempre le dieron miedo las estatuas, las esculturas enormes que parecían tener vida.

Pero a ella no le permitieron entrar, Nas dijo que tenía algo que hacer con un familiar de ella y su tata, que la había estado buscando hace mucho y que su mima siempre estuvo huyendo.

Y ahora, sólo sabía que debía escapar antes que le hicieran algo peor que manosear y besarla.

Entre la pequeña estancia vio al señor Ola. Alto y como una rama, todo de alrededor era feo, y el que ella no entendiera nada de lo que se decía ahí era aún peor.

-no pongas esa cara, mira -Nas le tomó del mentón. -ese que ves ahí es gran amigo de tu mamá, sólo que ella siempre es tan orgullosa y reniega de su apellido. -Ola asintió sirviéndose alcohol. -asi que se más amable, o nuestro amigo Johnny y tú irán de paseo al Ron Matusalem. Eh?

Flor si que había estado una vez en ese sitio, el ambiente era como si fuese un lugar de culto, un ritual, raro. Monstruoso cuando vio lo que le hacían a las mujeres sacrificadas ahí. En realidad el club no se llamaba así, ese lugar apestoso a fluidos corporales, sino era más una forma de no revelar el nombre de ese tipo de sitios. Le decían así por los carteles pegados en neón rosa sobre las paredes con el nombre de la bebida cubana. Su tata una vez había salido de ahí, y gracias a él supo que ese lugar no era bueno para las mujeres decentes. Lo supo cuando ella entró a escondidas buscándolo a él como siempre borracho y vio todo el show de madrugada. Tuvo miedo. Luego Nas parecía distraído mientras la empujaba al cuarto, pero antes de que pasara algo más, Johnny se detuvo.

-Ya sabes, traemos a la chica aquí porque Roth no le gusta las exhibiciones en público, prefiere tenerlas en sesiones para su persona pero su esposa acaba de llegar, su estado de salud se ha vuelto delicado. El sr. Corleone está con Frederico Corleone en el Matusalem, será mejor que llevemos a Roth esta noche.

Flor se quedó quieta mirando a ese Johnny Ola y como conversaba de forma poco fluida con Nas.

-bien, me caerá bien descansar hoy, es año nuevo amigo, deberíamos estar bebiendo ahora.

Nas rio. Flor se estremeció al haber oído a Ola mencionar a los Corleone, ella, entonces se quedó con el aire cortado en su pecho, al recordar cómo un hombre de aspecto taciturno, inquietantemente abstraído y de mirada afilada la había estado siguiendo días antes de esta noche. Por alguna razón, ese hombre fue gentil con ella y no de forma que ella dijera que debía ser suspicaz, era mas como, astuta, el señor Corleone, la había observado bailar junto a Carmine Rosato, primo de Nas según Yolanda, la mujer encargada de las chicas, habló con Yolanda cuando simplemente la vio llorar mientras la vestían, ella, Flor simplemente no sabía lo que pasaba a su alrededor y estaba aterrada.

La fiesta estaba sobre un gran casino en El Capri, dónde ella fue llevada cuando su hermano la dejó con Nas.

-No le niegues nada a Carmine Rosato, él puede ser, algo agresivo, pero si tienes que atender al joven Freddie, bueno, ese puede ser más suave. -Yolanda había señalado a un hombre bajo y de frente amplia, lucía como alguien inquieto o alguien sólo, pegajoso.

Flor sintió asco.

Entonces cuando Carmine Rosato la tenía en brazos bailando mientras ella temblaba y trataba con todas sus fuerzas de no llorar en frente de los amigos de Roth, su dueño. Vio por primera vez al hombre que después y gracias a Yolanda, supo, era el hermano de Freddie, su mirada intensa la cautivó, por el simple hecho de que ella se sentía atrapada, pérdida, y desolada, el como la miraba, con tristeza no en su rostro sin expresión sino en sus ojos nada hostiles o escurridizos como los de los hombres que la tocaban, le hizo querer pedirle ayuda.

Y no lo hizo hasta que ella se topó con él en una cena en el hotel de Roth, entre las escaleras que habían en un jardín que llevaba a más salones, entre muchas enredaderas y flores las manos del joven Corleone limpiaron su nariz que estaba por manchar de sangre su vestido blanco, ese hombre, le dejó un pañuelo suyo negro y se había alejado sin decir nada, pero el que ese hombre sólo evitara que Nas le siguiera pegando por no querer cumplir sus órdenes, más noche, despues de la fiesta aquello le hizo llorar desconsolada mientras dormía a lado, desnuda, en la cama de Anthony Rosato.

Pero cuando pensó en el joven Corleone su pecho dolió, porque una última vez que se vieron fue cuando ambos hermanos la llevaban a las habitaciones, los ojos lejanos de él la hicieron sentirse asqueada de ella misma, no merecía ser tratada de forma tan hermosa como lo hizo el joven Corleone, no después de que tantas manos y besos se regaron por su cuerpo mientras ella lloraba en silencio.

¿Podría tener un beso para siempre?/Michael CorleoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora