Capítulo 3: Legado Lexander De Nápoli

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Tom.

Le ofrecí mi mano a Bell, ella sin dudarlo la agarró mientras se levantaba tambaleándose un poco.

—Creo que bebí demasiado.—soltó una pequeña risita, sonreí.

—Ven, vamos a la terraza. Ahí tengo botellas de agua.—ella me mira fijamente analizando cada facción de mi rostro. Me puso nervioso su mirada.

—Aún no confío en ti.—soltó mi mano.

—Bell necesito explicarte las cosas.—me crucé de brazos viéndola desde arriba.—No podemos estar toda la vida peleando.—Ella me miró dudosa, duró 2 minutos decidiendo si ir conmigo o no. Al final aceptó resoplando.

—Bien, te voy a acompañar, pero recuerda que si me haces algo una flecha estará en tu corazón en menos de 2 segundos.—hasta ahora me percate de los guardias ocultos entre la multitud.—O una bala.

Trague saliva.—Prometo nunca hacerte daño.

—¿Lo prometes?

Te lo prometo.

Ella asintió, empecé a caminar hacia las escaleras comenzando a subirlas, de reojo vi que ella seguía mis pasos. Llegando al segundo piso doble a la derecha abriendo las puertas que daban a la terraza.

Oí como a mis espaldas cerraban la puerta. Busqué la botella de agua en la nevera industrial que se encontraba ahí. Saqué dos botellas y caminé hacia Bell, le ofrecí la botella y ella la revisó cuidadosamente, me vio unos pocos segundos y abrió la botella tomando el líquido.

—Puedes sentarte, es una historia muy larga.

—Me voy a sentar porque los tacones me están matando no porque tu me lo hayas dicho.—Yo asentí tratando de disimular la sonrisa que amenazaba salir de mis labios.

—Bien, comenzare desde el principio.—solté un suspiro quitandome los lentes y dejandolos a un lado.—Mamá y papá se casaron en New York en casa de mis abuelos Ian y Adana Black, siendo mi abuela Adana parte de una de las familias más prestigiosa y poderosa de todo estados unidos, los De Napoli,—sonreí recordando a mi familia materna—todo fue perfecto aquel dia, papá y mamá estaban muy felices incluyendo también a las dos familias. Los De Napoli y los Lexander. Pero como toda familia poderosa tienen que haber enemigos y demás gente que quiera hacer daño a personas que solo quieren ser felices.—Trague saliva—Y en este caso fue una ex novia de papá, Eileen.

»Eileen y papá fueron novios la mayor parte de la adolescencia, una relación tóxica que no tenía salvación, desde que terminaron no se habían contactado ni visto nunca más según papá me contó en aquel entonces.—tomé un trago de agua, al contar esta historia siempre me alteraba.—Pero todo era una vil mentira, papá y Eileen nunca dejaron de hablar, no se que tendra esa mujer pero siempre lo convencía de hacer cualquier cosa que ella quisiera.—Bell me veía fijamente, prestando atención a cada detalle que soltaba.—Pero desde un principio sabía que tal poder en aquellas manos sería peligroso, y tuve toda la razón.

»No te voy a mentir, papá amaba a mamá y desde un principio el sentimiento era mutuo hasta que llegó de nuevo Eileen, exactamente hace 11 años.—tome más agua.—Una noche estaba tranquilamente sentado en mi cuarto jugando junto a mamá con mis carritos de juguete, unos pasos apresurados se oyeron en el pasillo enseguida volteé para intentar oír mejor de quién eran los pasos, era mi padre. La puerta de la habitación salió disparada, pensé que la puerta nos caería encima, me di cuenta que mamá me protegió con su cuerpo casi enseguida, me acuerdo muy claramente lo que le dijo a mamá.

¡Tu maldita puta! ¡¿CÓMO TE ATREVISTE A HACER ESO?!gritó Samael agarrando a Teresa por la cabeza.

¿Yo? ¡YO NO HICE NADA! ¡SUÉLTAME ME LASTIMAS!exclamó Teresa intentando que su esposo la soltara.

Te lo prometoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora