N u e v e •

201 28 7
                                    

  
La situación cambió por completo
luego de aquel bonito beso que el alfa
se había atrevido a obsequiarle bajo la mirada desdeñosa de los respectivos presentes. Cambió porque gracias a este ahora no les tenía miedo, ni mucho menos se sentía avergonzado de ser quien era.

Al contrario. Junhui le devolvió la
confianza y la seguridad que creyó
haber perdido cuando ingresó al
destacado restaurante. Y ahora elevaba la cabeza con orgullo y petulancia, sin dejarse atemorizar por las miradas desafiantes de aquellas omegas que lo menospreciaban.

El chico malo que no se dejaba
intimidar por nadie había regresado
y lo demostraba sin problema con la
nueva postura que había tomado. Sin
embargo, procuraba mantenerse al
margen de la situación, puesto que no
quería defraudar al alfa. No cuando
sentía que se lo debía.

Así que allí se encontraba, luciendo
más seguro que nunca, mientras que
un aluvión de palabras extranjeras se
dispersaban sin control en la mesa. Le
gustaba aquel idioma.Era entretenido
escucharlo, aunque no entendiese
nada. Pero más le gustaba cuando
Junhui hablaba. Era deleitoso escuchar el acento italiano resbalándose de entre sus labios, el cual casi ni se notaba cuando hablaba con él.

La comida ya había llegado, y por lo
que Minghao vio la mayoría de platillos eran puras pastas. cómo no lo supuso. También descubrió que cada omega cenaba lo mismo que su alfa sin ningún tipo de reproches. Junhui había ordenado spagheti all'amatriciana, por lo que eso mismo fue destinado a él.

La idea de oponerse ni siquiera pasó
por su mente. Por lo tanto tomó un par de cubiertos de la gran variedad que había, y estaba a punto de disponerse a cortar los fideos cuando una mano ajena desde su derecha lo detuvo.

Minghao se volteó hacia la omega
extrañado. Ella era rubia y de tez
bronceada. Parecía ser mucho mayor
que el, mucho mayor y mucho más
educada y refinada. Se erguía con
elegancia en su lugar luciendo un
ajustado vestido negro que realizaba
una increíble muestra de sus atributos.

—Es una falta de respeto para los
italianos- murmuró ella con disimulo.

-¿Qué?-preguntó realmente
confundido.

-Cortarlos, no lo hagas-le aconsejó
-, se enojará. Es tradición.

―Oh...

Minghao dejó el cuchillo y echó un vistazo hacia su izquierda, hacia su alfa más precisamente. Este se encontraba metido dentro de una conversación, ignorando por completo su situación, mientras que distraídamente enrollaba sus spaghetti con el tenedor, dándole vueltas y más vueltas.

Bueno, ¿él cómo iba a saberlo? Desde
pequeño, siempre había preferido
cortarlos, puesto que detestaba que
fuesen tan largos, y que por culpa de
eso terminase manchando su ropa con la salsa de aquellos spaghetti rebeldes que tardaban aun más en ingresar a su boca. Por eso los cortaba, para ahorrarse los castigos de su camiseta ensuciada.

Pero el asunto cambió, y ahora el
castigo vendría si no los comía como
debía. Genial. No pretendía hacerle
enojar, por lo que decidió hacerle caso a la omega.

-Gracias-le dijo ni bien se volteó a la
derecha, pero no debió haberlo dicho
tan alto, tan delatador, no debió haber
llamado la atención del alfa que iba
con la rubia.

Se arrepintió al instante de haber
mencionado aquello, porque
ahora se encontraba recibiendo un
gutural gruñido del otro alfa, siendo
cruelmente acompañado de una
mirada cargada de desprecio. No bastó más que eso para que el omega se encogiera sobre sí mismo, espantado, buscando por puro instinto la protección de su alfa.

Sᴜʙʟɪᴍᴇ ᴅᴏᴍɪɴᴀᴄɪᴏ́ɴ  ❦ ᴶᵘᶰʰᵃᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora