Capítulo 7: Encuentro [Parte 1]

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"Por más que lo intentes, no puedes fingir que no existe. Porque está ahí, en tus recuerdos".

. . .

Como lo imagine, desperté con una resaca de los mil demonios. No soporto la cabeza, y eso que hasta antes de dormir pensé que ésta vez sí me libraría de ella, ya que no sentí tanto malestar; pero esa es la cuestión con el alcohol, te ayuda... por momentos.

Ayer estuve de maravilla —dentro de lo que cabe— pero ésta tarde es otra historia. Siento que la cabeza me explotará con sólo escuchar el sonido de las calles.

Salí de mi habitación en dirección a la cocina en busca de algo para calmar el dolor; cosa que sólo lograré con el físico, porque el que de verdad me aqueja no es algo que pueda curarse con medicina ni mucho menos un café bien cargado, que es justo lo que necesito para la resaca.

Al poco rato de habérmelo preparado, apareció Neil por la entrada de la cocina; tenía las marcas de las sabanas pegadas al rostro, el cabello alborotado con su ropa toda arrugada y una cara de cansancio que lo dejaba irreconocible. Sí mi amigo estaba así no quiero saber como estaré yo para este momento.

"No serías la envidia del vagabundo de la esquina, créeme" —me decía mi conciencia.

Y efectivamente, estoy igual —"Ó peor"—, remarcó nuevamente mi voz interna; que Neil. Además de que comparto las mismas características que él en señal de la noche que tuvimos...

— "Eso sonó extraño" —me vaciló.

"¡Deja de joder!" —respondí mentalmente. ¿Qué no tengo nada mejor que hacer que batallar con mi conciencia? Pues al parecer, no.

En fin, debo admitir que me veo peor que el mencionado momentos atrás. A diferencia de Neil, yo mantengo bajo mis ojos unas ojeras un poco remarcadas, aunque no tanto como las de antes y me veo algo pálido.

Ahora que lo pienso, ¿cuándo fue la última vez que comí algo?

Hice cuentas mentalmente, ¿dos o tres diás? Claro, sin contar que cada vez que lo hacía eran porciones pequeñas y poco nutritivas a decir verdad.

Luego de intentar acomodar mis pensamientos, decidí irme a asear primero al baño para después buscar algo de comer; siento que moriré de hambre en cualquier momento, o tal vez... ya estoy muerto. Pensé con tristeza.

Porque me siento como un cascarón vacío, un cuerpo sin alma que vaga por los confines de la tierra sin destino alguno en particular. Salí de la ducha ya completamente aseado y me dirigí a la cocina, para encontrarme con que no había nada en la alacena o en el refrigerador.

"Oh, si. Sorpresa" —pensé con sarcasmo, es obvio que no haya nada pues no recuerdo haber hecho las compras correspondientes en semanas.

— ¡Vayamos a la cafetería!— Ofreció Neil, aunque más bien fue una afirmación porque me saco arrastras del apartamento en dirección a la cafetería que se encuentra a solo unas cuadras de distancia.

Antes solía pasar mucho tiempo ahí, divirtiéndome y en conversaciones entretenidas. Ese lugar me trae muchas recuerdos.

. . .

El lugar era agradable, desprendía un aire tranquilo y hogareño; además de que el olor a café recién hecho y a panecillos recién horneados inundaban sus fosas nasales cada vez que entraban. Era como encontrarte en la cocina de tu casa con el olor del desayuno recién preparado en las mañanas por tu mamá. Él nunca olvidaría esos aspectos de su niñez, el levantarse cada día temprano con el aroma del café en el aire y las tostadas o el desayuno recién hecho.

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