Después de eso su nombre se había vuelto una tortura para mí. Saber que había pasado tanto tiempo y ni siquiera un adiós me dio, sólo se fue.
Cada día me preguntaba: «¿En qué fallé?»
Eran muchas las posibles respuestas; suposiciones e ideas que se me ocurrían, pero ninguna era concreta; todas terminaban en eso, suposiciones. Palabras y pensamientos sin sentido, pero ninguna de las cosas que podrían haberse pasado por mi cabeza me llevaba a una conclusión lógica; todo lo que podría haber imaginado no estaba más que alejado de la realidad.
No se sí todo esto hubiera resultado diferente de sólo haber tenido la oportunidad de hablar con ella, de recibir una respuesta.
Aún recuerdo muchas de las conversaciones que tuve con mis amigos, ninguno de ellos por más que les preguntara sabía algo de ella; simplemente se había desaparecido. Ciara era la única que podría en ese entonces decirme algo, pero su silencio era tan seguro como que el sol aparecía cada día sin falta alguna.
No supe más de Julie desde lo sucedido con Ciara, cuando simplemente se llevó sus pertenencias sin decirme ni una solo palabra, sólo que la olvidara.
. . .
—¿Pero estás seguro? —Le preguntó su amigo.
—Lo estoy, Neil —respondió ya cabreado de toda esa absurda situación—. Estoy seguro de no haber hecho absolutamente nada, al menos no que yo recuerde en las últimas semanas. —Volvió a decir.
Por más que le daba vueltas al asunto no había nada que le sacara de dudas.
—¿Y Amber? —Siguió insistiendo.
Y aunque él sabía que Neil no lo hacía por mal —ya que al igual que Elliot, estaba preocupado por su repentina desaparición— todas esas preguntas no hacían más exasperarlo. Después de todo, ambos habían formado un lazo muy grande en los últimos meses, casi como el de un par de hermanos. Claro que todo el cariño que Neil pudiera llegar a sentir por Julie no se comparaba en nada al de él.
Estaba preocupado, y no sabía por qué tenía un mal presentimiento. Él quería saber de ella y por más que lo intentaba no encontraba el inicio o el final de aquello, era como una laberinto. Y por más que intentara descubrir la salida, sólo se adentraba cada vez más a el.
—No, no la he visto desde hace como tres meses y medio —aseguró, descartándola por completo—. Por lo que sé, tiene pareja y al parecer no alberga intenciones de interferir en mi vida.
En algún momento él había pensado en ella como la causante de todo aquello, pero por más que le daba vuelta a la hoja para ver sí no había algo escrito en ella, no había nada. Amber se había resignado a la idea de no obtener nada más de él que una simple relación superficial de «Hola» y «Adiós»; y siendo una chica que profesaba querer la completa atención de alguien sólo para ella, encontró a una persona que pudiera satisfacerla en ese sentido.
No había profundizado mucho en ello, ya que la verdad no le tomaba demasiada importancia, pero no por eso quería decir que en cierta forma no se alegrara por ella. Le hacía sentir un peso menos en sus hombros el saber que ella no representaría un problema a largo o corto plazo, pero aún así existían las dudas.
. . .
«Estás jodido amigo», le había dicho Neil una vez.
Y sinceramente, Elliot se sentía así. Jodido desde todos los puntos de vista posibles y por existir.
Lo que más le había afectado en esos últimos meses además de su falta y la sensación de ausencia que sentía en todo momento, había sido pasar la fecha de su aniversario como pareja así, solo. Tal vez sí la historia hubiera sido otra lograría superarlo. Sí todo hubiera transcurrido en una típica pelea de pareja que resultó en un rompimiento, él lo entendería; pero cuando no tienes ni idea de por qué sucedió, no puedes simplemente dejarlo pasar.
Es como cuando te acusan de un crimen que no cometiste y lo único que quieres saber es «¿Por qué?», a veces conocer las razones detrás de las acciones te aligeran. Y eso era lo que él quería, conocer las razones. Sí su relación ya no tenía retorno alguno, él al menos quería saber que lo dio todo de sí y que no se arrepentiría en un futuro por no buscar una respuesta.
—Lo siento. —La mirada de Neil al momento de decir aquello expresaba todo lo que sentía al respecto. Elliot conocía lo sentimental que era, y que sus palabras no iban sólo dirigidas por su estado, sino por lo que pudo haber sido.
—No tienes por qué sentirlo. No es tu culpa. —Intentó hacer su mejor esfuerzo por sonreír, aunque él estaba seguro de que el resultado fue algo más parecido a una mueca que una sonrisa—. Sí no te molesta, me gustaría estar solo un momento. —Pidió.
—Claro, nos vemos luego. —Se despidió de él con la misma mirada triste que poseía cada vez que le veía.
Una vez que escucho el sonido de la puerta cerrarse, deslizó su mano hasta adentrarla en el bolsillo izquierdo de su pantalón sacando una pequeña cajita de terciopelo negro que últimamente llevaba siempre consigo.
Sonrió amargamente sacando de ella un pequeño anillo de oro blanco con una inscripción en la parte interna del anillo. Dirigió su mirada a la fotografía enmarcada que se encontraba en la mesa central de la sala, en donde se encontraban ellos dos juntos abrazados, mientras ella le sonreía.
Y le dolía, por lo que pudo haber sido y nunca fue.
«Eres mi mejor recuerdo, te amo». Rezaba la parte interna del anillo.
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Dedicado a
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Nota de Autora:
Está es una escena extra que quise agregar en la edición, ya que lo demás no lo quise cambiar, solo corregir.
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Amnesia
Cerita PendekPara él era difícil siquiera pensar en tenerla lejos, y la idea de despedirse de sus recuerdos aún lo atormenta. Era lo único que le quedaba de aquella que había significado tanto en su vida, era una parte de su alma que no podía dejar ir tan fácilm...