dulce pecado

capítulo 3

Me gusta solo su hermano
¿verdad?

No me pregunten por qué, pero una semana después de mi conversación con Zoé estuve recorriendo las calles de la ciudad con la única intención de llegar rápido a la tienda de antigüedades y poder hablar con Joann acerca de su hermano.

Me detuve frente a la puerta del local justo cuando la chica salía ella para cerrar todo. Joann se congeló en su lugar en cuanto me vio, luego me dedicó una mirada de desconfianza.

— lo siento, pero ya voy a cerrar — Me dijo, yo observé el cielo, puesto que a penas eran las cinco de la tarde.

— ¿tan temprano? — Ella volvió a lo que estaba haciendo y desplegó una cortina de metal sobre la puerta.

— sí, hoy no me puedo quedar mucho tiempo.

— oh.

Estuve parada como una estupida mientras ella terminaba de poner unos candados debajo de la cortina que desplegó. Toda la determinación con la que había llegado hacía un momento, se esfumó en cuanto ella se levantó del suelo y me dedico toda su atención. Era unos cuantos centímetros más alta que yo, pero lo que me intimidó no fueron esos centímetros, más bien fue su mirada.

Joann tomó la cazadora que tenía atada a la cintura y se la puso sin quitarme la mirada de encima.

— ¿necesitas algo? — Volvió a preguntar.

— eh... yo...— Ella suspiró y tomó mi codo antes de comenzar a caminar a pasos largos.

— no tengo tiempo para esto, deberías hablar ya si no quieres que te arrastre conmigo.— Dijo, pero yo estaba bastante distraída observando su mano sobre mi piel.

— ¿a dónde vas? —Mi pregunta sonó más como un balbuceo que alguna otra cosa, pero ella pereció entenderme.

— a una exposición de arte.

— ¿en un museo? — Ella medio sonrió.

— tal vez algún día, pero hoy no.

— ¿entonces dónde?

— en mi escuela de arte. — Dio un giro hacia la derecha por una calle que no me resultaba familiar.

— ¿puedo ir? — Ella volteó para observarme mejor.

— no lo sé, Valery ¿puedes? — No pude esconder mi clara cara de confusión —. no creo que hayas acudido a mí por una exposición de arte a decir verdad.

Ah, eso.

— ¿recuerdas a Zoé? — Joann asintió con la cabeza —. ella te dijo que...

— querías conocer a mi hermano.

— sí. — Su mano abandonó mi brazo y por mas extraño que esto pudiera sonar, apareció esa sensación de ausencia, como si realmente necesitara su tacto sobre mi piel.

Sacó una cajetilla de cigarrillos de su bolsillo y un encendedor. Me ofreció uno, pero yo me negué, fumar no era algo que me interesaba, de hecho una vez lo intenté, pero mis pulmones no lo soportaron y el sabor que quedó no fue para nada agradable.