capítulo 5

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¿Y si vamos a esa fiesta?

— ¿crees que me quede bien esta ropa? — Le pregunté a Zoé al salir del baño.

Ella me miró con ojos abiertos y me dedicó una sonrisa cómplice.

— uy, ¿a quién vamos a impresionar esta noche?

— a nadie.

— bien, ahora me vas a negar que no te vestiste así por Max. — Señaló mis pantalones acampanados y mi top blanco.

— me visto así para mí, no por impresionar a
Max Kane — Más bien, a su hermana realmente.

— bueno, bueno, pues te ves preciosa, eso no se puede negar. — Se levantó de la cama con un precioso vestido negro ceñido al cuerpo.

Nuestra habitación no era demasiado grande, pero no estaba mal considerando todas las opciones que vimos antes. El espacio constaba de dos camas individuales separadas por una mesita de noche al centro, unos pequeños escritorios a cada lado junto con dos armarios en los cuales solo cabía lo básico. El baño quedaba en la entrada y justo frente a él se encontraba la cocina que era pequeña.

Me calcé unos tenis y fuimos directo a la salida para tomar el autobús. Joann nos prometió — le prometió a Zoé, porque ella y yo no habíamos vuelto a hablar — que ella se encargaría de llevarnos de nuevo cuando quisiéramos irnos.

Para ser sincera, me tenía bastante nerviosa volver a encontrarme con ella, no quería volver a cagarla... Aunque bueno, hoy me presentaría de manera oficial a su hermano, así que no tenía que preocuparme, y si tenía suerte solo cruzaría palabra con ella como cuñada y nada más.

Que mala suerte que te guste tú cuñada.

Ella no me gusta.

Repítelo hasta que lo creas.

Alisé las arrugas inexistentes de mi pantalón mientas tomada aire muy hondo. ¿y si todo salía mal? ¿y si me dejaba en vergüenza pública? ¿y si hacia el ridículo? ¿y si pasaba algo grave?

Me reprendí a mí misma de forma mental, no quería darle paso a los malos pensamientos.

Me froté los brazos una vez estuve fuera del autobús, solo tuvimos que caminar un par de calles, pero el terrible frío que estaba haciendo esa noche me hizo arrepentirme de no traer conmigo algo con lo que resguardarme, mi único consuelo era que al llegar podría entrar en calor sin problemas, y no me equivocaba.

La fiesta era en una casa de dos pisos, sería bastante bonita de no ser por los vasos plásticos y la basura que estaba en el jardín, algunas personas estaban fumando afuera, cerca de las luces navideñas — al parecer no tenían más — que adornaban el exterior.

Zoé le escribió un mensaje a Joann porque ella si tenía su número... y yo no. Me puse a divagar sin razón alguna, apenas llegaba y ya me apetecía un trago.

— Joe dice que está en la cocina junto a su hermano.

— ¿Joe? — Levante una de mis cejas. Zoé frunció sus cejas.

— ¿Qué?

— no se llama Joe. — Ella me miró extrañada, ni yo sabía lo que estaba diciendo.

dulce pecado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora