34. - Aléjate de ella.

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Sebastián se levantó al día siguiente con una resaca inmensa, había salido con sus compañeros de equipo y las copas se habían ido de largo.

Llevo sus manos a su cabeza, se sentía realmente mal. Cuando finalmente logró estar perfectamente despierto, vio a su lado y entonces, parecía que su mundo se vino abajo. ¿ como había llegado a ese extremo?.

Comenzó a tratar de recordar la noche anterior, el bailaba, reía y bebía con sus amigos. Todo iba bien, una fiesta normal parecía, pero se descontroló y eso no lo recordaba, lo deducía.

Pequeños fragmentos de la noche anterior llegaron a su mente, el como publicaba cosas sin sentido en las redes sociales. Buscó su teléfono, estaba en la alfombra de su habitación. Lo tomó y finalmente, vio que evidentemente había publicado cosas que no debía.

Aquella frase parecía una indirecta para Julieta, por que ella había querido hablar con el y el, simplemente no la dejó. Estaba cegado, el lo sabía, eso seguro le traería consecuencias.

Pedía al cielo que Julieta no hubiera visto aquello, buscó entre las tantas vistas de su historia y como era de esperarse, Julieta había visto aquello.

Y seguramente la había lastimado, pero la lastimaria aún más. ¿ como es que Irma había llegado a su cama?.

Trataba de recordarlo, pero no podía. Se pasó las manos en la cara por la frustración, el sabía que de saberse lo que había sucedido, había perdido a Julieta.

Probablemente a su mejor amigo también.

Sebastián se levantó de la cama, se colocó un short del entrenamiento y una camiseta blanca. Fue hasta la cocina y se tomó un par de aspirinas, debía pensar con claridad sobre el asunto.

De verdad lo pensaba, pero no había salida, no tenía una excusa para lo que había hecho. Irma se levantó al fin, al no ver a Sebastián en su cama, pensó que el había ido a entrenar o algo parecido.

Una sonrisa se ensanchó en su rostro, aún no creía la maravillosa noche de sexo que habia pasado con Sebastián.  Sabía que no debía seguir ahí, pero no sabía si era buena idea dejar todo así o levantar un poco. Su ropa estaba esparcida por la alfombra de la habitación, las sabanas eran un desastre y aún habían botellas de cerveza vacías en el suelo.

La puerta se abrió dejando ver a Sebastián, Irma sonrió. Quizá ella había pensado que después de lo sucedido, todo iba ser una maravilla con el futbolista. Su corazón se oprimio cuando lo vio serio, viéndola con la mandíbula tensa. Irma llegaba a pensar que Sebastián se arrepentía, que pensaba que esto era un error.

— Irma.. Vistete por favor — le pide Sebastián adentrándose a la habitación.

— ¿ que? — suelta ella desconcertada. — ¿ que dices Sebastián?

— que te vistas, no se que esperabas de esta mañana.

— pues anoche..

— mira, me voy a escuchar como un hijo de puta con lo que voy a decirte. Pero debes entender algo, no eres una mujer con la que quisiera tener algo, no por lo que pasó anoche, si no por que no me interesas.

Sebastián hizo una pausa restregando su rostro con sus manos, mientras Irma trataba de asimilar lo que Sebastián le decía.

— Siendo sincero, esto es un  maldito error. No debimos hacerlo, ni siquiera estaba en mis cinco sentidos por que, de lo contrario recordaría como llegamos aquí. Creeme que no lo hago, y quizá no mereces que te diga todo esto, pero quiero dejarte claro que nada bueno va a salir de aquí.

Uno Más / Sebastián CórdovaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora