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Dime dónde estás, Wei Ying.

Los pasos de Lan WangJi son tan silenciosos al igual que la escarcha que cae, tan suave y callada que no retumba en el escuchar de nadie. Entra a la cabaña y en la mesa deja un par de jarrones, luego sale y se sienta en la entrada. Ahí en su sitio saca su guqin dispuesto a tocar una melodía.

Y recuerda...

El día que lo vió por primera vez.

Los días que estuvieron juntos en la biblioteca.

El día que le quitó su cinta.

El día en que se reencontraron y él había cambiado.

El día que le pidió que volviera con él.

Y el día en que lo vió por última vez.

Lan WangJi sigue tocando, toca para él, quiere encontrarlo y decirle tantas cosas, quiere tener otra oportunidad porque está seguro de que él anda por ahí, caminando como un errante, feliz o triste, no importaba, solo quería verlo.

Termina de tocar y nada. Esta era la décima vez que tocaba y hasta ahora no podía comunicarse con su alma.

Siente su corazón hacerse aún más pequeño cuando una ligera lágrima rueda por su mejilla.

Ya no quedaba nada de él.

El viento lo sabía, los árboles lo sabían, los demás cultivadores lo sabían, todos lo sabían.

Wei WuXian estaba muerto y jamás regresaría.

Regresa conmigo [Wangxian]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora