La ciudad de Londres era aún más hermosa a sus ojos que en las fotografías que había visto. El húmedo clima y las nubes grises le otorgaban un aire misterioso que atraía su atención, las casas eran una belleza arquitectonica digna de admirar y, aunque a simples vistas se notaba que era un extranjero, los transeúntes solo le daban discretos vistazos.
Seungcheol había garantizado que a su llegada todo estuviera listo para él, incluido un chófer que lo transportara. Y así fue desde que el avión aterrizó. Un señor lo esperaba discretamente con un cartel que ponía sus siglas solamente en un cartel bastante divertido que el estaba seguro, había hecho Seungcheol para despistar. El conductor, de apellido Jefferson, trabajaba para la familia Choi desde joven y a juzgar por su apariencia, llevaba mucho tiempo bajo las órdenes de ellos. El hombre hablaba un coreano casi perfecto e hizo sentir a Mingyu bastante a gusto. La mansión estaba a varias millas de la ciudad principal, bordeada por unos jardines extensos y oculta por una rejilla enorme que a Mingyu le pareció bastante exagerado.
Sabía por boca de Seungcheol que su familia era de las más importantes en el país por los diversos negocios y que, la seguridad siempre fue una prioridad para todos desde un suceso familiar ocurrido años atras. Y por supuesto, la casa debía ser moderna pero conservando su estilo antiguo y hermoso. Una casa de dos pisos preciosa con jardines y aislada del mundo era exactamente lo que Mingyu necesitaba.
- Realmente espero que se sienta a gusto aquí con nosotros Sr. Kim – mencionó Jef – Todo esta acondicionado para que usted este aquí el tiempo que necesite. La cocina está lista para ser usada y sus suministros están en la alacena y dejé algunos en la nevera de su habitación.
- ¿Ustedes estarán alrededor no? - preguntó sacando sus maletas y entrando a la casa – Me aburriré en esta soledad...
- Claro que estaremos aquí para cuidarlo. Lamentablemente la cocinera no estará aquí hasta mañana y yo no soy muy bueno en la cocina.
- Ah no sé preocupe Jef, yo sé cocinar...
- ¿De verdad?
- Oh sí, ¿Me puedes mostrar mi habitación? - pidió el moreno dejando su gabardina en el perchero y su boina en la mesa de entrada – Prometo que te cocinaré algo delicioso pero ahora mismo, deseo descansar.
El hombre asintió con una sonrisa comprensiva y le ayudó con las maletas. Si el exterior era hermoso, el interior lo dejó sin palabras de lo perfecto que era. Cada diseño interior restaurado, cada cuadro fotografico adornando el pasillo combinaba a la perfección. Realmente empezaba a enamorarse de la casa y de su sensación tan acogedora.
Llegó a su habitación en el segundo piso con balcón incluido. La cama matrimonial envuelta en dosel de color violeta con almohadas y almohadones se veía íncreiblemente cómoda, tenía un gavetero personal y un armario a juego con la base de la cama. Las cortinas de la ventana eran color lila y en el balcón tenía una vista fenomenal de toda la propiedad incluyendo un lago a las afueras.
- Lo dejaré para que se instale – asintió a Jef y se quedó explorando lo que sería su habitación por el próximo tiempo.
En su opinión personal, esto se sentía como si hubiera inscrito en un retiro relajante en otra dimensión. La soledad bañaba el lugar pero no era asfixiante, era espléndida. El paisaje boscoso lo tenía suspirando enamorado y respirando el aire fresco que corría por la ventana del balcón. Aquí no habrían periodistas curiosos, ni flashes en su ventana, ni guiones por leer y mucho menos, personas queriendo colgarse de su fama solo por una fotografía. No habrían redes sociales tóxicas ni personas despejándole en las noticias. Dejó las maletas en el suelo y fue directo al baño a darse una ducha quitándose lo cansino del viaje y para recostarse por lo que quedaba de tarde.
Y por primera vez, repensó una vez más el consejo de aquella figura desconocida. Era hora de encontrarse a si mismo y salir adelante. Sonrió poniendo música en el altavoz de su teléfono y lo puso en aleatorio, deleitándose con los ritmos pop que sonaban e incluso cantando en voz alta usando la máquina de afeitar como micrófono. Se sentía feliz y tranquilo bailando semidesnudo en el baño con la sonrisa más brillante que tenía. Se puso su pijama de dos piezas y se lanzó a la cama aunque eran las 5 de la tarde, hora local.
La noche era hermosa y la brillante luz de la luna se colaba por la puerta del balcón que olvidó cerrar despertando sutilmente al cuerpo en la cama. Mingyu se desperezó sintiéndose más descansado que nunca. Su estomágo rugió por algo para comer así que se levantó tomando varios refrigerios de la nevera y un refresco gaseado. Encendió la TV y puso una serie local de época que lo enganchó y lo hizo reír imitando el acento británico. Era la primera vez en años que tenía tiempo para ver algo, para reír hasta que le doliera el abdomen y que las horas del día se le fueran rápidamente haciendo nada. Antes de darse cuenta, el amanecer comenzó y él fue testigo del momento preciso en el que el Sol comenzó a cubrir el cielo con su dorado esplendor mientras el cielo se tintó de hermosos naranjas, rojos y blancos. Abrazó sus piernas sin moverse para evitar perderse ni un segundo.
Y una vez más sonrió con la tranquilidad abrazando su corazón malherido y cubierto con agonía. Suspiró dejando sus pensamientos vagar junto con las lágrimas que contuvo desde el principio llevándose el dolor y el resentimiento. En momentos como esos eran los que recordaba que aún era un humano con sentimientos, que tenía el derecho de llorar y de reír, de enfadarse y de ser quien le diera la gana de ser, de amar a quien le plazca.
Lloró por todos aquellos momentos en los que fue un objeto, en los que fue pisoteado y subestimado por los demás. Lloró por todas esas veces en las que no pudo llorar y tuvo que contenerse, y por no tener a alguien que lo abrazara y lo consolara. Desahogó toda su pena y su dolor solo con el cielo y el Sol como testigo y aquella herida en su corazón fue sangrando poco a poco hasta que mermó. Volvió a la cama con los pies pesados y el alma triste y se abrazó a si mismo bajo las sábanas.
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Llámalo Como Quieras: Meanie Version (Finished)
Fanfiction"Llámalo como quieras pero ese hombre fue mi salvación" La primavera llegó justo cuando el mundo le dió la espalda por ser honesto, y solo una persona convirtió sus brazos en el oasis en el medio del desierto que necesitaba. Kim Mingyu era la prome...