Epilogo

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16 de agosto del 2014

Estúpido Cristian;

Hablando con mi terapeuta me invito a realizar cartas en los momentos que más lo crea conveniente.

Hoy quiero escribirte una a ti, a la persona que más me ha costado olvidar, pero con el paso del tiempo me di cuenta de que Mario Benedetti tenía razón cuando dijo que el olvido está lleno de memoria. Por más que he intentado olvidarte, más te recuerdo.

Sabes, me lastimaste, me hiciste miserable, te llore por meses, porque cuando yo creía haber encontrado a una persona que en realidad valía la pena, cuando todas mis inseguridades las estaba dejando de lado, llegaste tu a cagarla.

Te estabas convirtiendo en parte de mi familia, mis papas te comenzaban a llamar hijo, incluso tenían planeado invitarte a un fin de semana a la playa.

¿Una apuesta? ¿Solo eso fui para ti? ¿No sentiste algo por mí?

Preguntas que no tienen respuesta, porque cuando tuve la oportunidad no la aproveche, por el simple motivo que hasta verte me dolía.

Hoy, tu banda está teniendo mucho éxito y me alegro por ti por que se cuánto te apasiona. Yo intento volver a sonreír.

Tengo un niño de casi dos años, por el cual aún no me doy por vencida, pero motivos tengo de sobra.

No sé si te enteraste, pero hace casi un año mi mejor amiga falleció.

Sofia, mi bella Sofia me oculto que tenía leucemia linfoblástica cuando yo me encontraba en Argentina, ella se encontraba en quimioterapias. Apenas se recuperaba de su trasplanté de medula, cuando personas con un corazón podrido decidieron que la vida de las personas del hospital donde ella se encontraba no merecía la pena.

Para no hacerte el cuento largo, asesinaron a más de cincuenta personas, incluida mi mejor amiga.

No tienes idea de lo mucho que me dolió perderla, perdí a la persona que creí que siempre iba a estar para mí, a mi mejor amiga, mi hermana. Todo pintaba bien, el medico nos decía que su cuerpo había aceptado el trasplante, yo sabía que ella sería una gran tía, la mejor de todas, pero ya no es así. Alguien más decidió que todos nuestros sueños no valían la pena. Aun no me eh permitido sentir el dolor, no eh podido llorarle como ella lo merece.

Debía sostener a Will y a Pato.

Pato salió adelante, se concentró en la universidad, tomo terapias y sigue adelante, creo que fue el primero en aceptar su muerte, Will, el simplemente se hundió, nosotros no sabíamos, pero meses antes de que todo el caos estallara el ya fumaba cigarrillos, cuando detectaron la leucemia el comenzó a consumir hierva, pero cuando ella murió, mi hermano comenzó consumiendo cocaína, la cual lo llevo a sufrir una sobredosis, ahora él está internado.

Nunca me permití llorarle a mi mejor amiga, tuve que velar por el bienestar de mis familiares antes que el mío.

He decidido escribirte esta carta que nunca te enviare por el simple motivo que quiero perdonarte, así mismo eres la persona con la que podría desahogarme (baya que lo eh hecho). Contarte mis cosas nunca resulto difícil, al contrario, contigo las palabras sobraban.

Sin más que decir me despido imbécil de mierda.

Suelto la tinta y me quedo viendo por la ventana, ya casi oscurece, guardo la carta en mi bolso, mientras limpio mis lágrimas, recojo las cosas por la que vine y me dirijo a la sala, donde me encuentro con mamá Meri, observando una foto familiar. – ¿crees que algún día deje de doler? – me pregunta cuando me detengo a su lado.

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