Cita

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Apenas había comido un sándwich de lechuga y tomate la tarde anterior, así que luego de olvidar la pizza y follar a mi ex como si no hubiera un mañana, caí dormido como muerto, cansado y hambriento.

Una estúpida parte de mi esperaba que Kouki hiciera caso y se largara. No tenía sentido quedarse. Ya se había divertido cierto? Ya había jugado su macabro juego de revolcarse con el idiota al que engañó así que.. debería desaparecer.

Quería que desapareciera como ya lo había hecho hace dos años.

Cuando desperté sentí el aroma a café recién hecho, mi estómago gruñía. Me levanté con un profundo bostezo y abrí la puerta. Para mi locura, el bastardo seguía ahí. Pero eso no era lo peor.. seguía comportándose como si nada sucediera.

—Estas mal de la cabeza? —Pegó un salto que por poco arrojó un vaso al piso.

—Ah! Sei.. ya despertaste. Hice café pero.. —Hizo girar el vaso casi roto entre sus manos, mirándolo como si fuera un perrito— no tienes muchas tazas.. jaja.

Su voz iba descendiendo. Alcé una ceja. ¿La farsa se estaba acabando? Incluso un mentiroso compulsivo como Kouki llegaría a un límite. Lo extraño era que ese límite no tenía indicios de un final.

Le arrebaté el vaso de la mano y tomé la cafetera, estaba caliente. Dándole la espalda era más fácil hablar, si no lo veía podía fingir que eso era una alucinación.

Oh? Y si era una alucinación? Tal vez estaba tan borracho y anemico que había comenzado a tener pesadillas.

—Crei haberte dicho que te fueras.

—Es que.. desperté recién. —No lo ví pero podía imaginar su expresión inocente. ¿No sé cansaba? Donde estaba el límite?— pensé que te habías ido a correr pero estabas aquí. Ya no corres?

Se me levantó el pelo de la nuca. Había apoyado sus frías manos en mis hombros, se sentían como cubos de hielo echando raíces de escalofríos a lo largo de mi espalda. Di un paso al costado. Me senté al desayunador de la cocina. El mármol estaba frío, era agradable. No le puse azúcar al café porque obviamente no tenía y lo llevé a mi boca.

Pero de nuevo me atacó, alcanzó mi vaso con una mirada preocupada pero no le di lo que quería. Observé fijamente sus ojos brillantes como dos gemas ¿De dónde sacaba la paciencia para poner esa cara y no borrarla?

Sus dedos se cerraron contra el vaso de vidrio, como no lo solté comenzó a sentir el calor del café. Mi caso era diferente, lo sostenía de la parte superior apenas caliente, sus yemas pronto se pusieron rojas.

—Por qué no usas la taza mejor? —Me ofreció sin, tercamente, soltar el vaso.

Sonreí de lado, debía verme genial con la cara inmunda de recién despertar, con los ojos cínicos de un resentido lleno de amargura y arrepentimientos. No iba a ceder.

—Que quieres? De verdad, Kouki, qué es lo que buscas de mi? Quieres seguir riéndote? O es que quieres jugar conmigo como hace dos años? Se te acabaron los otros juguetes? Perdiste el encanto?

Quitó sus manos del vaso. Estaban tan rojas que casi se había provocado una quemadura de primer grado. Las ocultó pronto bajo el desayunador y me miró esperanzado.

—Entonces.. sigues enojado por lo de ayer?

—Como no estarlo?! Llegaste de repente a la medianoche como si nada pasara!

—Lo se, lo sé pero..—Se rascó la nuca, un tierno gesto apenado que hace dos años me habría parecido encantador. Me pregunté si estaba haciéndolo a propósito hasta que contrajo el gesto con dolor.

Hace Dos AñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora