Capítulo 5

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Ataque al corazón


Sus ojos están abiertos, pero no puede mover el cuerpo o hablar. Es como estar con el cuerpo dormido y la mente despierta, alerta a lo que puede pasar.

La figura altísima y cubierta por una capa negra que está en un rincón es la misma que vio en la carretera cuando ocurrió aquel accidente rumbo a la iglesia. Continuaba allí, como viéndolo debajo de toda aquella oscuridad. Se acercó lentamente al niño, el cual veía de reojo y se le inclinó hasta que estuvo cerca de su oreja.

Esta cosa comenzó a susurrar tan bajo que apenas se oía, incluso si lo hacía en su oreja. Hablaba en otro idioma, eso sí podía notarse. Joaquín sentía escalofríos, la necesidad de respirar hondo, pero sentía a alguien sobre sí. Un peso muerto. Sus ojos estaban llorosos, su voz no salía para llamar a su madre y comenzaba a desesperarse.

Finalmente, en un parpadeo comenzó a tener dominio de su cuerpo. Vio alrededor entre lágrimas y aquella cosa enorme y oscura ya no estaba allí, se había ido al igual que el peso sobre su cuerpo. Sollozó asustado y se giró hacia al otro lado al sentir una respiración en su nuca. El diablo le observaba sin ningún tipo de expresión, completamente neutro mientras el niño sollozaba, aún medio adormilado y lleno de pánico que no quería demostrar.

—Tuviste una parálisis de sueño. —Dijo Emilio, llevando una de sus manos cubiertas de muchos anillos de oro hacia la mejilla del niño, limpiando sus lágrimas y apartando los ricitos rebeldes de su frente.

Joaquín hipó antes de acurrucarse tímida y disimuladamente contra el torso del rey del inframundo, el cual no dudó en envolver en sus brazos el diminuto cuerpo del humano. Ambos estuvieron unos segundos en silencio antes de que el menor suspire de manera profunda y temblorosa.

—¿Alguien se salva de ir al infierno? —Preguntó apenitas audible, temiendo a la respuesta que seguramente recibiría.

—No. Es por eso que la gente no hace a menudo pactos conmigo. —Dijo con algo de gracia el ente, acariciando con su dedo medio la espalda del niño. —Y tú...me sorprendiste.

—¿Lo hice?

—Me maravillaste. Nunca vi algo tan puro verse tan bien al hacer un ritual de invocación.

Las mejillas de Joaquín comenzaron a arder ferozmente, su cuerpo quedó inmóvil y su mente viajó al momento en el que decidió hundirse bajo el agua...semi desnudo.

Recordó también cuando Emilio le había confirmado ser él el cuerpo que lo ahogó con su peso. Pero estaba oscuro, y el diablo no podía ver en la oscuridad...

¿O sí?

¿Acaso el diablo le veía realmente cada segundo? ¿Veía cuando él pasaba el jabón sobre su piel bajo la lluvia artificial de su baño? Supuso que sí debido a que cada vez que Emilio estaba cerca sentía malestar y protección, una sensación extraña y un calor agradable. Que suerte que no se podían ver a los ojos, porque si así fuera, luego de Joaquín saber que probablemente el arcángel que lo envolvía en sus brazos había visto sus partes íntimas, moriría de vergüenza antes que éste pudiese llevarse su alma.

—¿Te has llevado el alma de alguien importante?

Emilio asintió lentamente ante la inocente pregunta de su niño favorito. — Me he llevado el alma de muchas personas importantes.

—¿Cuál fue la última?

—Marilyn Monroe. —La sangre de Joaquín se heló.

Si no fuese el diablo, ahora mismo lo hubiera echado de su casa, no sin antes decirle lo feo que eso lo hizo sentir. ¡Marilyn Monroe! ¡Su modelo a seguir a escondidas había vendido su alma a éste hermoso diablo! Ella era dulce, y frágil. Justo como él.

Dancing Whit The Devil- Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora