Capítulo 9

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Intercambio de almas


Honestamente, Joaquín creyó que no podría dormir aquella noche. Luego de hacer el amor sintió que no podría pegar un ojo. El diablo había dicho que sería el humano más amado de toda la tierra...pero "hoy". Solo por hoy, y ya.

Y eso no había salido de su cabeza para nada. Sin embargo, los cómodos y cálidos brazos de Emilio envolvían su cuerpo de una manera que lo hacía sentir protegido, agotado. Tenía más sueño de lo que alguna vez había tenido, e incluso creía que Emilio podría estar haciendo aquello. Sin embargo, estaba realmente cansado como para ponerse a llorar, o despedirse apropiadamente del -ahora- amor de su vida, incluso si éste era el que finalizaría por matarlo.

El mayor pasaba las cálidas yemas de sus dedos por el pálido y suavecito brazo del menor, el cual se estremecía con el toque a la par que veía cada vez más nublado. Para cuando quiso darse cuenta, ya se había dormido.

Y despertó al siguiente día.

El dolor que sentía en los músculos era inexplicable, la pesadez de su cuerpo y el leve malestar en su pecho lo empeoraban. Las cobijas cubrían su figura y la de la persona que lo abrazaba desde atrás, el cual hacía todo más cálido. Quitándole el malestar que llevaba sobre él estaba realmente feliz. Había dado su primer beso, había hecho el amor por primera vez, todo eso con Emilio. Con el diablo.

Ya nada podía ir mal.

Se removió un poquito al sentir que la mano del rey de las tinieblas le acariciaba la pancita. Claramente estaba despierto... ¿Siquiera dormía? ¿Siquiera él seguía vivo o era toda una ilusión?

—Mh. —Emilio suelta aquel sonido luego de olfatear los cabellos de Joaquín. —Hueles como si te hubiese hecho mío. —Dice.

Tira del cuerpo del castaño y éste comienza a darse la vuelta hasta quedar de frente al cuerpo desnudo del mayor. Su oído ya no hace ese extraño sonido, y ahora puede mirarlo a los ojos las veces que lo desee. Sin embargo, se siente muy avergonzado como para verlo, pero se mantiene observando fijamente sus labios. Emilio toma aquello como una señal y no se negó a dejar un suave pero lento beso en los labios de su niño favorito, el cual parecía algo perdido en sus pensamientos. El diablo se alejó solo un poco para verlo, esperando que hable.

—Sigo aquí... —Dijo el castaño, parpadeando lentamente y rodeando tímidamente el cuello del mayor en cuanto éste se acercó más y comenzó a dejar tibios besos sobre la piel de su cuello.

—Si.

—N-no me sucedió nada. —Tartamudeó. Aún sentía algo de miedo, y fue como si Emilio pudiese sentirlo ya que lo envolvió mejor por la cintura. Apartó su bello rostro del cuello de su niño y ambos se vieron fijamente por primera vez en el día. Fue algo precioso. —¿Por qué?

Nuevamente continuaron observándose por unos segundos a los ojos. El diablo suspiró, sonriendo de lado con una lentitud delirante antes de girar un poco el cuerpo del niño, dejándolo boca arriba y posicionándose sobre éste. Le acarició el muslo con cuidado, rozando por debajo de las sábanas su miembro entre las piernas de Joaquín. Éste bajó la mirada con vergüenza, mordiendo su labio inferior para no suspirar como torpe.

El rostro de Emilio baja lentamente hasta quedar a la medida de su oreja, mordiendo suavemente el lóbulo de ésta antes de pegar su boca. —Porque quiero y puedo. —Simplemente respondió.

En parte Joaquín teme a aquello. Piensa en que podría desaparecer en cualquier momento, sin tener una justificación válida, solo un "Porque quiero y puedo."

Dancing Whit The Devil- Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora