Después de haber discutido con su abuela y que la Casita se derrumbara, Mirabel Madrigal estaba huyendo de Encanto y estaba caminado sin querer detenerse, no quería volver, no quería sentirse culpable, lastimada, herida ni los otros sentimientos y emociones que sentía cuando estaba con su familia pero hubo algo que la hizo detenerse y no poder seguir con su escape y ese algo que la detuvo fue el llanto estruendoso de un bebé, la joven comenzó a buscar de dónde provenía el llanto y cuando encontró de dónde provenía la escena que vio la dejó sorprendida y preocupada al mismo tiempo, enfrente de ella había una mujer hermosa de cabello rojo, tez clara y ojos azules, recostada en el tronco de un árbol con un bebé recién nacido cerca de sus pies y que además se veía por completo agotada y sin fuerzas para poder seguir viviendo; Mirabel se acercó rápidamente a la mujer y al bebé y una vez que la mujer se dio cuenta de su presencia, está con las pocas fuerzas que le quedaban le pidió que se acercará un poco más a ella y dijo:
X:Que suerte tengo de que tú te aparecieras pequeña, se que no me conoces y que no tienes porque confiar en mi o creer lo que te diga pero, si no es mucha molestia pequeña, ¿podrías tomar a mi bebé en brazos y mostrarmelo?
Mirabel:Claro, señorita.
Y así lo hizo, tomó al bebé recién nacido en sus brazos y se lo entregó a su madre para que lo viera, la mujer soltó unas cuantas lágrimas, dirigió su mirada hacia Mirabel y le dijo:
X:Perdón por ser tan descortés pequeña, Mi nombre es Marisa Cortez ¿cuál es tu nombre jovencita?
Mirabel le dijo su nombre a la mujer y está después le preguntó que si vivía cerca de dónde estaban, y ella le respondió que si, por lo que al escuchar la respuesta de Mirabel, la mujer le entregó a su hijo en brazos y le dijo:
Marisa:Tal vez esté mal lo que te voy a pedir pequeña, pero me gustaría que te llevarás a mi hijo contigo y que lo cuides, quiero que tu lo protejas y le des el amor y cariño que yo no voy a poder darle, pequeña por favor prométeme que cuidarás de mi hijo y que no dejarás que nada malo le pase.
Mirabel:L- lo prometo señorita Cortez, le prometo que haré lo que sea para proteger a su hijo y cuidare de él como si fuera mío.
Marisa:De verdad me alivia oír eso pequeña........por cierto, quiero que el primer nombre de mi hijo sea Mateo, tu escoges después su segundo nombre, también quiero que lleve tu apellido y después el mío, ¿si a ti no te molesta claro?
Mirabel:Claro que no señorita, a mi no me molesta, que sea como usted dice.
Marisa:Muchas gracias pequeña, se que cuidarás bien de él.
Luego de esas últimas palabras la peliroja cerró sus ojos para por fin poder descansar, Mirabel en cambio se quedó contemplando al bebé que se había quedado dormido cuando ella extendió uno de sus dedos hacia él y el pequeño lo sujeto para luego terminar quedándose por completo dormido; el bebé que Mirabel tenía en sus brazos llamado Mateo, el poco cabello rubio que tenía junto a un pequeño mechón de color rojo, piel del mismo color que la de Antonio y sus pequeños ojitos eran de color azul como los de su ahora difunta madre. Después de haber dejado el cuerpo de la mujer rodeado de flores y algo de tierra con la que la alcanzó a cubrir, Mirabel tomó al bebé nuevamente en sus brazos y comenzó a caminar de regreso a Encanto, pero cuando estaba por seguir su camino hacia la montaña que se había partido escuchó pasos de una persona y comenzó a alejarse del sitio hasta llegar a otra lado de las montañas del Encanto.
Mirabel no quería saber y tampoco le interesaba toparse con la persona que estaba caminando fuera del Encanto, principalmente porque no quería que la descubrieran con el bebé en sus brazos y que la regañaran o que le pidieran explicaciones; por lo que aún con el bebé en sus brazos, continuó caminando y buscando otra manera de entrar y llegar hasta el pueblo, pero lo que no se esperaba es que en medio de su búsqueda una mariposa dorada y brillante se pusiera enfrente de ella y después está comenzará a brillar tan fuerte que tuvo que cerrar los ojos y acercar el rostro del bebé a su pecho para que la luz que emitía la mariposa no le lastimara los ojitos al pequeño, y que después la figura transparente de un hombre que ella sólo conocía por su retrato estuviera enfrente de ella y el bebé sonriendole con cariño. La figura transparente que Mirabel tenía enfrente no era nada más que la de su abuelo Pedro, el hombre que dio su vida por la de sus trillizos y esposa y que además gracias a él se les había otorgado el milagro de la vela.
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Joven Madre
FanfictionEn el primer derrumbe de Casita ella había huido, había salido de Encanto y cruzó el río sin parar de caminar, pero algo la había hecho detenerse y ese algo era el llanto de un bebé; buscó por los alrededores hasta que se encontró con una bella muje...