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Año 834

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Año 834.

Aquella noche fue tan complicada como tantas, no solo sus huesos y músculos habían comenzado a doler después del entrenamiento, sino que la posición en la que se encontraba con el hombre rubio no le favorecía en lo más mínimo.

Y el agarre en su cintura no le terminaba de agradar.

No podía recordar o percibir si seguían en una de las habitaciones separas del resto o si era alguna de las cabañas más cercanas al campo de entrenamiento; pero no importaba. Estaba sentado sobre sus piernas, las suyas se encontraban a cada lado del rubio y sus manos estaban firmes sobre su cabello, sujetando con algo de fuerza para impedir que sus rostros se separasen más de cinco centímetros.
Erwin no hablaba, no solo no hacía eso, sino que los gruñidos parecían ser contenidos y por Sina, podía estar seguro de que sí realmente existía un paraíso -como había escuchado que decían los miembros del culto- debía ser ese.

── No puedo esperar más, Erwin ─ le susurró en una de sus pequeñas pausas, sonaba demasiado desesperado para lo que le habría gustado a su yo pasado, pero no podía quejarse cuando se encontraba tan cómodo entre los brazos de Smith. Aún así, no podía evitar sonar con cierto dolor.

Mierda.

Apenas unos segundos después, pudo sentir como su chaqueta se deslizaba por sus brazos, dejando que cayera sobre el suelo sin más.
Sintió las manos de Erwin sobre los botones de su camisa, jugando con algunos para después abrirlos, dejó salir varios suspiros exaltado ante el roce de sus fuertes manos contra su pecho. Pero ese no fue el único roce que existió, pues en poco, logró sentir algo debajo de su pierna, comenzando a rozar con necesidad.

── Tonto...─ su espalda comenzaba a arquearse ante la sensación que comenzó a invadir su cuerpo, rogando por estar más cerca. Tenía ganas de estar más cerca, aún más, y unir sus labios antes de gemir en alto su nombre.

Su cuerpo había comenzado a sentirse más caliente y creía que en cualquier momento podría desfallecer en aquella cama, las caderas de Erwin habían establecido un ritmo y de solo imaginar lo que pasaría después, él no pudo evitar seguirlo.
Estaba seguro de que Smith deseaba ver su rostro con el placer siendo reflejado en sus mejillas, deseaba arrancarle varios gritos y la sola idea de todo lo que podía estar pasando por la mente de aquel rubio lo hacía sentir un verdadero loco.

── Erwin...Erwin, no pares ─ le pidió, casi sin aliento. Y él, como si logrará entender de una vez por todas lo que Maxine sentía, obedeció.

No paraba, no lo habría hecho, por ninguna razón.

Estaba demasiado complacido viendo como sus caderas buscaban apegarse más a las suyas, como intentaba romper el contacto para después volver a hundirse en él, buscando más de lo que alguna vez habría podido creer. Y de haber parado en un momento como ese, le habría dado algo antes y después.

Fool ─ Erwin Smith [Male OC] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora