Encubierta Por Melodías ~ 💫 Mei x Miriam ~Turning Red~

Parte 8 ~ Piedad 💫

Trigger warning - El siguiente capítulo contiene escenas explícitas de violencia y términos referentes a la homofobia, además de descripciones referentes al abuso sexual, si no te sientes cómodx con ello, siéntete con toda la libertad de no leer esta parte -

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-Miriam POV-

Tuve el sueño más extrañamente hermoso de todos.

Debió ser un sueño, no creo que tal cosa en realidad hubiese ocurrido, mucho menos lo que mi mente me había hecho que imaginara.

Soñé cómo Mei se acurrucaba en mis brazos mientras ambas compartíamos la misma cama, las mismas sábanas.

Genial, aquello no pudo escucharse más inapropiado.

Soñé cómo me hacía una promesa y el cómo derramaba lágrimas, se encontraba triste por algo, en realidad no sé qué pudiese ser.

¿Por mi? ¿Sollozaba por mi?

No lo sé.

Pero el mero pensamiento hacía a mis mejillas coloradas.

Al menos eso podría ser mi alegría más grande, ya que al abrir mis ojos, me encontraba en una pesadilla.

Pesadilla en vida, o más bien, el infierno en mi propio hogar.

Me encontraba sobre mi cama, la luz de la ventana me iluminaba solo un poco, lentamente recordando lo sucedido la noche anterior.

¿Por qué?

No quería recordar eso, quería olvidarlo en lo más profundo de mi mente.

Sin embargo el destino me tenía otra cosa preparada, así que un relámpago de recuerdos volvían a mi.

Sus manos sucias dándome caricias indeseadas por cada orilla de mi cuerpo.

Su respiración sobre mi nuca mientras me decía cariños que yo no correspondía.

Sus besos forzados que me lastimaban el alma.

Sobre todo,

Su enorme poder, el que lograba robarse mi poca dignidad.

Era entonces cuando mi cuerpo me hacía temblar incontrolablemente y un pánico me cubría al instante, ¿Qué tal si Evan regresaba? ¿Que tal si me lastimaba de nuevo?

Enseguida daba un brinco de la cama, silenciosamente acercándome a la puerta de la habitación para colocar un oído en esta y tratar de escuchar cualquier sonido que me dijera si había alguien en la casa.

Nada.

Se escuchaba un silencio absoluto.

Esta era mi nueva oportunidad.

Escaparía.

Buscaría a quien fuese, la persona que vivía más cerca de mi curiosamente era Tyler.

Relativamente cerca, me tomaría varias cuadras de camino, pero sin duda ese torpe era la más próxima salida.

Estaba a punto de abrir la puerta, el rayo de esperanza hacía que mis fuerzas temporalmente regresaran a mi cuerpo, pero eso no duraría mucho.

Enseguida me percataba de mi vestimenta, solo el abrigo enorme de mi padre...no, déjenme replantear esa frase...el abrigo de Carson era lo único que me cubría.

El rastro del crimen cometido anoche seguía sobre mi piel...ese maldito crimen que no podía irse sin ser castigado, sin embargo, solo tenía fuerzas para una sola cosa por ahora, y eso era huir.