La Chica Del Departamento

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Espero te estés entreteniendo tanto como yo, esta historia es de mis favoritas, pues demuestra muy bien que a veces solo necesitamos conocer a la persona correcta para sentir que todo esta mejor, aun que a veces esa persona no esta donde debería estar, pero al menos a nuestro protagonista se le presento una oportunidad de cambiar eso.

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Daniel tenía el problema que casi todas las personas tienen, su vida era monótona y aburrida, levantándose todos los días a las 5:30 de la mañana para prepararse para el trabajo, tomaba una ducha con agua fría, más que nada con el propósito de despertarse ya que, a pesar de tener que despertar tan temprano solo podía dormir un máximo de 3 horas debido a su insomnio, este no era un insomnio común, no había preocupación como tal para él, trabajo mal pagado pero al menos podía mantenerse con ello, no tenía deudas o problemas con alguna persona, de hecho ni si quiera tenía a nadie con quien estar, ni amigos reales ya que los compañeros del trabajo no lo consideraban una persona agradable, constantemente lo despreciaban y trataban mal, y ni hablar de una novia u al menos una amiga, básicamente a Daniel no se le daban bien las relaciones de ningún tipo, su vida era miserable y él lo sabía, pero como siempre sucede, su vida estaría a punto de dar un giro de 180 grados.

Daniel salió de su departamento con un café en una mano y las llaves en la otra, conocía perfectamente la rutina diaria que tenía que pasar, dentro de su casa las cosas podrían ser distintas pero una vez saliendo al exterior todo era siempre igual; las mismas feas plantas estando en el balcón que se visualizaba siempre como primera cosa al salir, después las escaleras que terminaban justo en su piso ya que este era el último de los departamentos, toda el área decorada con una pintura vieja y decolorada de lo que solía ser un azul cielo, y por ultimo pero no menos importante, ver a su vecina salir del departamento de alado, una mujer de unos 25 años aproximadamente, cabello castaño rojizo, caucásica, con unos preciosos ojos color miel, una cara rojiza con unas perfectas mejillas, pero sobre todo un cuerpo casi perfecto, tonificado en su totalidad, completamente justificado ya que precisamente siempre que Daniel la veía salir era para irse a correr, ejercicio todas las mañanas, acompañado de una buena alimentación claramente rendían sus frutos en ella, era hermosa sí, pero Daniel sabía que a pesar de poder hablar con ella todo el tiempo o incluso tener la posibilidad de estar más cerca que cualquier otro chico, ella estaba completamente fuera de su alcance, él lo acepto desde un principio y prefirió solo seguir con su vida aburrida.

- Hola vecina, buenos días. - Dijo Daniel mientras terminaba de cerrar su puerta y se colocaba correctamente su maletín para irse a trabajar

- Hola vecino, gracias igualmente. - Respondió la chica mientras hacía algo de estiramiento rápido, se colocaba los audífonos y su gorra correctamente y corría bajando las escaleras.

Ella claramente ya había llegado al final de las escaleras antes de que si quiera Daniel hubiese bajado la mitad de los últimos escalones, él nunca se refería a su vecina por su nombre debido a que ni siquiera para eso había tenido el valor para hablarle, solo veía como se alejaba por el otro extremo de la calle, el realmente prefería no tener interés alguno por ella, ya solo era parte de su rutina diaria. Ese día en el trabajo todo marcho normal y aburrido como siempre, sentado en su pequeña oficina mientras sus compañeros se reían de algún chiste estúpido que alguno había contado, todos diciéndole que hacer, trabajo de sobra hasta para la siguiente semana, Daniel no sabía que era lo peor, sentirse tan abrumado por todo el ambiente desagradable que debía pasar durante 10 horas al día o el hecho de que se sentía completamente solo. Después del trabajo Daniel solo planeaba dirigirse a casa, descansar un rato, tal vez ver algo de televisión, pero principalmente olvidarse de por un momento de lo miserable de su vida, solo subió por las escaleras del departamento, llego a la puerta de su casa prácticamente arrastrando su maletín, y mientras buscaba sus llaves vio cómo su vecina nuevamente salía , esta vez con una vestimenta de gala, era un viernes por la tarde, así que lo más seguro es que fuese a ir a una fiesta o algo por el estilo, Daniel estaba tan cansado que ni siquiera le dirigió la palabra, solo entro al departamento, azoto la puerta con mucha fuerza y aventó su maletín a un lado de la misma, se puso su bata y comenzó a ver televisión.

A Feederism AntologyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora