Hijo de Hierro, Cáliz de Fuego

Capitulo 8

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Harry no estaba seguro de lo que esperaba de la casa familiar de Sirius.

Sirius había dicho que la casa era opresiva, oscura en más de un sentido de la palabra, y llena de los gritos de un retrato de su madre; nadie en su sano juicio querría pasar mucho tiempo.

Pero Sirius parecía lo suficientemente feliz de regresar allí después de que dejaron a Hermione con sus padres y prometieron unirse a ellos para cenar mañana por la noche, y Harry se recordó a sí mismo que debía mantener la mente abierta.

Así que tomó la mano de Sirius y un apretón de Aparición más tarde se encontró en una entrada con un aparador antiguo a un lado y un banco, un perchero y un espejo con marco dorado al otro. Las paredes estaban encantadas de un azul pálido con nubes ocasionales que pasaban a la deriva.

"Esto no parece tan malo como lo pintaste", observó.

"Eso es todo gracias a Dobby y Kreacher", respondió Sirius. "Y un equipo de rompemaldiciones para neutralizar y recolectar los objetos oscuros, oh, y un exterminador mágico para lidiar con las doxies, las arañas y los boggart".

Harry lo miró en silencio, tratando de conciliar esa descripción con la elegante entrada que lo rodeaba.

"Han hecho un trabajo tan bueno que casi no me importa vivir aquí", continuó Sirius. "¡Dobby! ¡Kreacher!"

Los dos elfos aparecieron inmediatamente. Los ojos de Dobby se agrandaron cuando vio a Harry, y Harry se preparó cuando el elfo cruzó la estrecha distancia entre ellos y arrojó sus brazos alrededor de las rodillas de Harry.

"¡Harry Potter, el señor ha vuelto a casa!" exclamó Doby.

Kreacher, sin embargo, solo frunció el ceño. "Kreacher da la bienvenida a los mestizos a la residencia Black".

Harry parpadeó ante el saludo, pero solo dijo, "Hola".

"Doby". Sirius metió la mano en su bolsillo y sacó una maleta encogida. "La ropa de Tony está aquí. Si lo instalas en la habitación principal de invitados, por favor. Y ya sabes adónde van las cosas de Harry".

"Sí, el padre del perro del señor Harry Potter - ¡Dobby lo hace!" Un segundo después, Dobby, la maleta encogida y la propia maleta de Harry desaparecieron.

Sirius se volvió hacia el otro elfo. "Té, por favor, Kreacher. En el salón".

Kreacher desapareció sin hacer ruido, y Sirius le hizo un gesto a Harry hacia las escaleras del primer piso.

"¿Cómo está?" preguntó Harry en voz baja.

"Mejor de lo que esperaba," respondió Sirius. "Ayudó mucho cuando sacamos el retrato de mi madre de aquí, y aún más cuando nos deshicimos de todos los objetos oscuros del lugar. Puede que nunca esté... bien, a falta de una palabra mejor, otra vez, pero lo está haciendo". mejor."

El salón tenía grandes ventanales que daban a la calle, una gran chimenea y un tapiz que mostraba el árbol genealógico de los Black dominaba una pared. Harry pensó que lo último fue una horrible decisión de decoración y que sería bueno tener su propio árbol genealógico.

Sirius parecía, bueno, serio mientras tomaban asiento en un par de sillones orejeros inclinados hacia las ventanas. Apenas se habían sentado cuando Kreacher llegó con una bandeja en la que había un servicio de té de plata, tazas de porcelana con un delicado diseño floral y un plato de galletas.

Kreacher sirvió té para ambos y luego se alejó, todo en silencio.

"Es extraño que esté tan callado", murmuró Harry mientras añadía azúcar a su té.