Capítulo 4

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M.


Se acerca arrastrando los pies hasta Antonia, la bibliotecaria que había conocido el segundo día de clases o bien, esa fue la primera vez que se vieron porque fue luego de ir a leer una semana completa que la omega se había decidido a hablarle.

— Es insoportable, Anto, de verdad.– Se queja apoyando sus brazos en el mesón y ocultando su rostro entre ellos.

Guarda silencio cuando escucha a alguien acercarse y la mayor responde las preguntas del chico desconocido con la misma sonrisa amable que siempre adorna sus labios, encuentra admirable la paciencia que tiene para estar todo el día respondiendo las dudas, a veces estúpidas, de un montón de adolescentes de entre 17 a 21 años.

— ¿Qué hizo ahora Daniela, Majo?– Indaga la mujer mayor, tal vez cercana a sus 45 o 50 años, nunca le ha preguntado porque no le parece relevante saberlo — La verdadera pregunta es ¿Qué no ha hecho?– Señala su cabello -que ha ido perdiendo de a poco el color- con una mueca.

— Tal vez, pero no siempre te quejas de todo lo que ella hace.– La omega sonríe bastante divertida, siempre tiene esa extraña expresión cuando la escucha quejarse de su estúpida compañera de cuarto y no tiene ni la menor idea de que podría significar — Desactivo mi alarma.– Le cuenta mientras apoya su rostro en sus manos y cierra sus ojos al oírla reír.

— ¡Anto!– Se queja, los cabellos claros de la mujer se mueven cuando ella lo hace y aunque puede ver un par de canas siente que los años no han pasado de la misma forma para ella que para otras personas de su edad que ha visto, como ese beta del primer día, el que pensó que era pareja de Daniela — Oh dios, es que es una broma tan vieja, Majo.– Pone los ojos en blanco cuando la mayor vuelve a reír.

— Si bueno, el que sea vieja no significa que deje de ser molesta.

Las puertas de la biblioteca se abren estrepitosamente y ambas voltean a ver qué pasa, frunce el entrecejo al ver a un chico caer de espaldas, algunos mechones blancos se desparraman fuera de su gorro y chaqueta — Esos idiotas de nuevo.– Murmura la bibliotecaria y la observa unos segundos antes de volver la atención al beta en el suelo, lleva la capucha puesta también así que no puede verlo bien, pero por la forma en que se tensa su espalda cuando se levanta y las risas indiscretas de alguien asume que él fue empujado.

— ¿De nuevo?– Pregunta curiosa, la omega niega con un semblante serio y es la primera vez que la ve así — Sí, suelen hacer eso cada vez que viene.., tan estúpidos.– Observa su rostro contraído en una mueca de puro desagrado, quiere preguntar si no ha intentado hacer algo al respecto, pero por la sombra de tristeza en sus ojos asume que lo ha hecho, que no resultó bien o al menos no de la forma que esperaba.

La da bastante rabia como ni siquiera en una escuela de prestigio le dan al tema la relevancia que realmente merece — Que se jodan.

— Cuida tu vocabulario pequeña Garzón.

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Camina hasta la habitación en silencio, puede escuchar a algunas personas susurrar al verla y no quiere detenerse a pensar o preguntar qué demonios están hablando, nunca se había interesado demasiado en eso, pero lo dejo de lado después de que Paula le contara el sin fin de rumores que se habían formado sobre cómo nació su enemistad con la heredera de los Calle.

No es que fuese un secreto para nadie que, hace algunas generaciones, la casa de lobos había adquirido una de las fábricas en quiebra de los Calle (cuando ellos estaban en su peor momento, cabe decir) y desde entonces los vampiros habían comenzado a ser mucho más hostiles con ellos, no es que le sorprendiera, dado que su estúpido orgullo había sido herido. Lo único increíble de todo eso era que su "odio" había sido heredado de generación en generación y Daniela era una prueba bastante clara de ese hecho.

Angel and Demon || CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora