Capítulo 5: Una cita no tan desastrosa (parte 2)

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Luego de varios minutos, el rubio salió del cuarto de baño con una toalla blanca amarrada en la cintura. Sonrió al ver al pelinegro recostado en su cama, se acercó a él y se inclinó hacia adelante, invadiendo el espacio personal de éste.

—Termina de arreglarte, Kakarotto—dijo el mayor. Goku sonreía coquetamente, sus rostros estaban muy cerca y él, con los pies aún sobre el suelo, estaba muy cerca de él, sus pechos estaban distanciados muy poco.

—¿Y si nos quedamos aquí a hacer cosas divertidas?—recalcó las últimas dos palabras con un tono pícaro.

—Ya te lo dije, Kakarotto. Vístete para irnos—respondió con voz grave, no se dejaba llevar por las palabras y acciones seductoras del de ojos esmeraldas.

—¡Ay, Vegeta!—hizo un puchero, infló sus mejillas y se le quedó viendo con un leve ceño fruncido. El mayor sonrió de medio lado al verlo de ese modo.

—Kakarotto, tú eras el que quería una estúpida cita, ahora no te quejes.

—¡No me quedaba de otra, no me quisiste besar!—dijo con la misma expresión. El mayor suspiró.

Con su mano hizo hacia atrás aquel flequillo del menor que se le pegaba en la frente a causa del agua. Una vez descubierta, se inclinó hacia adelante y posó sus labios en su frente. Goku cerró sus ojos ante aquel dulce tacto.

—Alístate, Kakarotto. Espero abajo—dijo y se paró de la cama, mientras el rubio se sentaba en la orilla.

—Está bien, Vegeta... Bajo en cinco minutos—dijo con esa voz que sonaba otra vez alegre.

El de cabellera en forma de flama salió. Cerró la puerta detrás de sí y sonrió. Esa actitud tan cambiante le fascinaba. Si bien la faceta de pervertido acosador le parecía levemente molesta (aunque no podía negar que también era sumamente seductora y atractiva), esa actitud infantil le era sumamente adorable y linda, una dulzura natural.

Bajó a la sala, y tal cual estaba cuando se había ido estaba Raditz. Una mueca de asco apareció en su rostro al notar que en la comisura de sus labios escurría un hilo de saliva. Se sentó en el sillón y cerró los ojos.

Me pregunto qué otras actitudes llega a tomar...—pensó con una media sonrisa.

***

—Ya—dijo cuando llegó a la sala. Vestía una camisa blanca a botones y un pantalón de mezclilla negra, llevaba tenis de color blanco. Vegeta se puso de pie y así él lo pudo guiar de nuevo a la salida.

Antes de que el menor abriera, el más bajo tomó la perilla y abrió la puerta, dejándolo pasar primero. Goku se sonrojó levemente ante esa acción. ¿Por qué nunca antes había conocido a alguien así como Vegeta, tan firme en decisiones y demasiado amable?

Una vez afuera ambos, el más alto lo guio a un auto de color negro. Subieron en la parte de atrás, fue en ese momento en el que el mayor notó que el chofer estaba sentado leyendo un periódico. Al entrar los dos, lo dejó a un lado y colocó sus manos sobre el volante.

—Buenos días, joven Son. ¿A dónde quiere que lo lleve a usted y al caballero?—dijo respetuosamente.

—A la plaza principal, por favor—dijo con una sonrisa.

El anciano encendió el automóvil y lo puso en marcha, dispuesto a llevarlos hacia donde el menor le había pedido.

***

Ante el brillo de las estrellas (sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora