CAPÍTULO 12 DESPUÉS DE LA TORMENTA VIENE LA CALMA

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Alex
Estoy en el recibidor de la que una vez fue mi casa y me siento cómo un extraño, mis padres están presentes, ambos de pie y no me ofrecen sentarme, ni pasar más adelante.

_Gracias. - dijo por fin mi padre serio. _ pero no era necesario que vinieras, después de todo, suceda lo que suceda estás fuera de mi testamento.

Me dolieron sus palabras, pero no quería discutir, él estaba delicado y no quería ser el causante de una recaída.

_ Lo hice por ti... y por mi madre. - dije. _ era necesario que alguien se hiciera cargo.

_ Si le hubieran hablado a tu primo, él se hubiera hecho cargo.

Otro golpe bajo, mi primo aunque lo apreciaba, era un bueno para nada y por lo visto un vividor. Me había dado cuenta de que en el último año, había estado a cargo de una de las empresas que mi padre tiene en una ciudad cercana, la verdad no sé qué es lo que hace ahí, porque yo sé que no tiene estudios, menos experiencia, en ninguna clase de trabajo, no quiero imaginar que es lo que ha estado haciendo con la empresa, y no lo sé, porque como en todos los negocios de mi padre, solo a él le reportan lo que sucede, los demás directivos me reconocieron como su hijo y me facilitaron tomar el control de cada uno de los negocios, menos ellos, y por supuesto, no le puedo dar toda esta información a mi padre, no hasta que esté mejor, quienes estarán contentos por saber por fin en donde se encuentra su hijo, son mis tíos. Yo los amo y es una lástima que su hijo los menosprecie de esa forma.

_ Para mí no fue ningún problema hacerme cargo. - dije.

_ ¡Pero para mí sí! - casi gritó mi padre. _ ¡preferiría que te mantuvieras alejado de nosotros...! ¡De esta ciudad!

_ Puedo mantenerme alejado de ustedes. - dije con tristeza. _ pero no de la ciudad, aquí vivo.

_ ¡No obtendrás nada de nosotros! - miré la furia y el dolor en sus ojos.

Quise dejarlo pasar, pero no pude.

_ ¡No quiero lo tuyo! - dije. _ ¿De verdad no me dejarás volver a ustedes? -lo miré a los ojos.

_ No fuimos nosotros, fuiste tú, con tus reprobables acciones. - volvió a levantar la voz.

_ ¡No hice nada! - volví a repetir una vez más ante mi padre, pero en lugar de decirme algo solo sentí su mano estrellarse en mi mejilla.

_ ¡Te crie bien! - dijo con dolor. _ te di todo lo que fui capaz de dar, no te hacía falta nada, pero escogiste ser un maldito depravado y créeme. - me miró con una mezcla de odio, asco y decepción. _ no hay nada que odie más en la vida que a los tipos como tú y tuviste que ser tú... mi hijo... uno de ellos.

_ ¡Pero...! ¡padre...! - quise hablar.

_ ¡No te atrevas a querer verme la cara una vez más! ¡no me hagas más daño con tu insolencia!

_ ¡Pero...! ¿Por qué nunca me has creído? ¿por qué eres tan duro conmigo? te conozco y para ti todos merecen una segunda oportunidad, pero a mí no me la has dado.

_ ¡Te equivocas! - exclamó. _ te la di cuando te saqué de prisión, aun tragándome la vergüenza de saber en lo que se había convertido mi hijo, sabiendo que, de haber sido cualquier otra persona, personalmente me hubiera encargado de refundirlo en la cárcel y no solo eso, me hubiera asegurado de que pagara ahí dentro lo que había hecho y de ser posible que nunca más saliera, pero eras tú, eras mi hijo, al que amo con toda mi alma y me vi traicionando mis propios principios por un ser que no lo merecía.

De nuevo sus palabras penetraron mi corazón, no entendí en aquella época, no lo entendía ahora y creo que no lo entenderé nunca, lo único claro es, que ante sus ojos soy culpable y nada lo haría cambiar.

Yo ya no tenía nada que hacer ahí, seguiría manejando sus negocios hasta que él estuviera en condiciones de volver, o que de plano me echara, lo cual no dudaba. Ahora estaba usando a mi primo para sustituirme, lo lamentaba por él, porque tenía unas expectativas muy altas para aquél a quien consideraba familia y por lo visto, aún no conocía bien a mi primo.

_ De acuerdo. - dije. _ te aseguro que ni tú, ni mi madre me verán más. - quise salir. Pero me detuvo por el brazo, aunque me soltó de inmediato, como si mi solo contacto lo quemara.

_ ¿De verdad quieres saber por qué? - me miró con una expresión extraña.

Solo asentí sin atreverme a pronunciar palabra.

_ ¿Ves a esa mujer que está ahí? - señaló a mi madre que miraba desde un rincón sin atreverse a acercarse. _ ella cayó en las manos de un canalla como tú, la destrozó en todos los sentidos, cuando yo la encontré, era incapaz de relacionarse con nadie, fueron años de lucha, de amor, de paciencia, antes de que ella empezará a abrirse a mí y a aceptar, que mi intención no era mala y que no la lastimaría, después de que me aceptó, fueron más años para lograr que me permitiera acercarme a ella, aun cuando ya estábamos casados, y estaba tan lastimada emocionalmente, que cuando por fin lo hizo, cuando por fin venció el terror que el estar en los brazos de un hombre le causaba, ya era demasiado tarde para concebir otro hijo, y no me importó, porque te tenía a ti y no me importó que fueras el hijo de un maldito violador, porque creía firmemente que si te educaba bien, su maldita herencia no te tocaría, pero me equivoqué, viví tanto tiempo odiando a los tipos como tu padre, que quedé devastado al descubrir que no importaba que hubiera hecho por evitarlo, eras igual a él y además un cobarde, porque no eres capaz de asumir tus propios errores y te niegas a reconocer como hombre lo que hiciste.

Yo estoy aturdido ante estas palabras, escucho a mi madre llorar en el mismo lugar en el que la vi hace unos momentos, ese hombre que ahora sé que no es mi padre, me mira esperando mi reacción, reacción que no llega porque no sé qué hacer, no sé qué decir, estoy en shock.

Ahora lo entiendo, los entiendo y créanme que si fuera culpable lo asumiría, pero no lo soy y no voy a confesar algo que no hice, así que ahora más que nunca, sé que no tengo familia.

No digo nada, no volveré a defenderme ante ellos porque no me creen y no me creerán, salgo del lugar. Estoy devastado no puedo creerlo, pensé que ya no podía pasarme algo peor que lo que había vivido, pero ahí estaba, de nuevo destrozado, con la diferencia de que entonces me arrojaron a lo desconocido sin nada y ahora lo tenía todo y ahora no saldría corriendo de ahí, me quedaría y enfrentaría lo que viniera no era un criminal, no tenía por qué huir, aunque en aquél entonces tampoco hui, me echaron, sin darme ninguna oportunidad, ahora no dependía de nadie. Ya no me doblegaría, aunque en estos momentos me sentía devastado, humillado y desvalido, sin embargo, sabía que era pasajero, como dicen, "Después de la tormenta, siempre viene la calma" y yo sabía que era verdad, no era la primer tormenta que azotaba mi vida. Me levantaría y seguiría adelante.

¡NO FUI YO!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora