La tensión se podía palpar en aquella mansión, los Rosé estaban en uno de los días más importantes de su vida, el nacimiento de su primera hija, la primogénita del matrimonio. Zac y Gio llevaban muchos años intentando cumplir su sueño de ser padres, sueño algo obligado. Estaban casados desde hacía un tiempo, ambas familias les estaban presionando desde aquel momento. Nunca se había dado aquel tan deseado embarazo, no hasta Julio de 1981.
Zac recordaba con alegría el momento en el que su esposa se lo comunicó, envuelta en lágrimas le abrazó con fuerza, él no entendía que estaba pasando, ¿por qué tanta efusividad? Con suavidad posó sus labios en la cabeza de la chica depositando un pequeño beso en la frente de la misma, esperando pacientemente aquella noticia, "Estoy embarazada". Él también empezó a llorar de la emoción y la sorpresa. Le abrazo con cariño alzándola del suelo y dando un par de vueltas con ella en brazos, "¿De verdad?" le había cuestionado él en repetidas ocasiones, obteniendo de todas afirmativas, aquello era una especie de sueño, una tranquilidad, se habían quitado una presión de encima y además tendrían algo en sus brazos, un ser humano que sería producto de los dos, del amor que finalmente terminaron profesándose.
El hombre paró su caminar por la mansión para ver su foto de bodas, por su cabeza en aquellos momentos solo pasaban momentos felices, el recuerdo de cuando su esposa quedó embarazada, la primera noche que durmieron juntos, su boda... Aquellos dos últimos momentos habían sido algo incómodos, se conocían hacía a penas un mes, pero aquellos dos días les sirvió para conocerse y para empezar a amarse como lo hacían a día actual.
Pasó un par de dedos por la fotografía, eran muy jóvenes en aquel entonces, ella tenía nada más que 16, él tenía 18, eran muy pequeño, niños obligados a casarse a temprana edad. Ahora seis años después estaban a la espera de aquel fruto del vientre de su amada.
Ahogó un pequeño suspiro comenzando a caminar despacio por el salón una vez más observando como las señoras que formaban parte del servicio del hogar entraban y salían de la habitación matrimonial. No escuchaba nada, no le dejaban entrar, nadie quería hablar con él, ¿cómo estarían saliendo las cosas? ¿Su pequeña habría nacido ya? ¿Gio estaría bien? Aquellas preguntas empezaban a taladrar su cabeza.
Finalmente paró a una de las personas en las que más confiaba de su servicio, quien portaba unas sábanas. Aquella chica, bajo el nombre de Lucy, miro a su jefe esbozando una pequeña sonrisa sujetando las sábanas con cuidado de que estas no se cayesen.
— ¿Cómo están? Venga Lucy... Adelántame algo... — murmuró mirándole a los ojos, esperando que la chica le dijera la verdad y no le alejara de aquella situación una vez más, él quería estar con su amada, dándole la mano, quería ver a su hija nacer.
— Están bien, señor Rosé... No se preocupe — respondió con amabilidad sin apartar la mirada de los ojos del chico mientras este le quitaba una de las sábanas que llevaba encima.
— No escucho nada... — replicó mientras la chica negaba suavemente, claro que no escuchaba nada, Gio se quejaba bajito, era una chica fuerte. Ella misma recordaba los gritos de su propia madre cuando nació su hermano menor, Gio le parecía una heroína.
— Pero porque está la puerta cerrada señor, ¡no se altere! — exclamó intentando tranquilizar al chico. Este último abrazó la sábana entre sus brazos ahogando un suspiro pesado, entendía que fuese por eso, tenía razón, su Gio era fuerte, nunca le había escuchado quejarse en voz alta de prácticamente nada.
Zac fue a hablar una vez más, para solicitarle a la mujer que le dejara entrar, aunque fue interrumpido por un llanto en un tono alto, un llanto de bebé. El hombre abrió los ojos con sorpresa mirando a Lucy, quien rápidamente asintió empezando a caminar hacia la habitación, seguido de cerca por él.
Finalmente la joven sirvienta abrió la puerta dejando que el chico pasara primero, quien rápidamente buscó con la mirada a su mujer, quien ya cargaba en sus brazos a su pequeña. Ella estaba sudada, con el pelo revuelto, como si hubiese corrido la maratón más dura de su vida, pero el la veía hermosa, era la mujer a la que amaba y quien le había dado un regalo increíble. A un paso tranquilo se acercó a la joven agachándose a su vera mirándole con una pequeña sonrisa, no sabía que decir, estaba feliz, quería llorar.
Bajó con suavidad la mirada al bebé que la joven cargaba en sus brazos y con cuidado pasó un par de dedos por su mejilla, obteniendo de la niña un pequeño movimiento de mano, como si le hubiese molestado de alguna manera. Aquello ocasionó una pequeña risa de ambos padres. Con cuidado le dio un beso en la sien a su amada quien terminó por mirarle.
— Enhorabuena, papá — le dijo con una sonrisa sujetando a la bebé, alzándola entonces un poco mientras observaba al contrario ponerse de pie — Cárgala... Es tu hija — continuó hablando antes de que su amado asintiera con cuidado.
Alargó sus brazos cargando aquel frágil cuerpo entre sus brazos, inclinándose a darle un suave beso en la frente a la pequeña, quedándose atónito con la bella sensación de tener algo tan pequeño, tan único y tan increíble en sus brazos. Tenía la nariz de Gio, sería tan preciosa como ella, estaba seguro.
— He pensado llamarla Selene... — murmuró la mujer en la cama tratando de incorporarse un poco para sentarse, estaba adolorida, muchísimo a decir verdad, no pensaba que dar a luz a un bebé fuese tan duro.
— Es el nombre perfecto... Selene... Luz de luna... — murmuró con una pequeña sonrisa el hombre.
Nuevamente guardó el silencio observando el rostro tan delicado de su pequeña, siempre le habían dicho que tenían que proteger la "Rosa Nostra". Nunca había entendido a qué se refería su abuela, primero le costaba el idioma y después no entendía a qué hacía referencia, aunque ahora lo entendía, lo entendía muy bien.
"Rosa Nostra" era aquello que amases incondicionalmente, que amases por encima de ti mismo. Selene, ella era su "Rosa Nostra", lo tenía claro. Ella y su esposa eran aquello que su abuela llamaba "Rosa Nostra" y las protegería, las cuidaría pasara lo que pasara.
ESTÁS LEYENDO
Rosa Nostra
ActionProteger la Rosa Nostra es el objetivo principal de la familia Rosé. Un linaje de orígenes variados, que cuando se vieron sumidos en la pobreza se dieron al vandalismo, posteriormente al crimen organizado y finalmente liderando un grupo de gente que...