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Capítulo 2

Primera impresión

— Lo siento señorita Agatsuma, pero no voy a aceptar su solicitud

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— Lo siento señorita Agatsuma, pero no voy a aceptar su solicitud. — Primera derrota del mes. No entendía porque pensó que podía hacer algo al respecto de su disconformidad. La maestra fue clara en sus instrucciones. No hay cabida al cambio. Pero bueno, al menos lo intentó, eso le sirve de banal consuelo.
Salió a paso lento de la sala, en el pasillo suspiro resignada a su terrible destino.

— ¿Siempre suspiras como si el mundo estuviera en monocromático? — Chilló del susto. Nunca nadie le habla, quién… oh, su compañero. Él la miró con seriedad, esperando una respuesta.

Zenko se preguntó si sus ojos granate eran siempre así de oscuros. — Yo.. yo no..

— Bien, no tengo paciencia. — Quiso sentirse ofendida por la actitud de Tengen, pero en el fondo entendía que su compañía no fuera grata para alguien como él. — Supongo que pediste un cambio y no te lo dieron, así que no tenemos más opciones, ¿Verdad?

¿Cómo supo?

“Ah… ¿Tan obvia soy?”

Negó despacio. El chico gruñó bajito, le extendió un papel y se fue sin despedirse. Sostuvo la hojita en sus manos, la dirección de una cafetería y una hora específica yacían escritas. Bueno, no está tan mal.

Guardó el mensaje en el bolsillo de su sudadera y se fue camino a la salida. Llegar a su departamento le tomó la usual caminata de media hora, compró un par de berlines de camino. Se encerró, se puso pijama, soltó su largo cabello y se sentó a ver películas de romance adolescente mientras se comía los dulces.

Se durmió sin haber puesto una alarma que le recordara la hora de la cita con Uzui; siendo esta a las seis.

— ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! — La pobre muchacha se despertó a las seis y quince, obviamente tarde para encontrarse con el albino

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— ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! — La pobre muchacha se despertó a las seis y quince, obviamente tarde para encontrarse con el albino. Se vistió a la velocidad de la luz y salió haciendo carrera con los autos. Descuidada, pero atlética y resistente, aceleró sin parar durante ocho cuadras. Sonrió aliviada al divisar el letrero de la cafetería. Luego sintió terror.

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