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Capítulo 6

Ven conmigo

Era un día soleado, algo caluroso, por lo que Zenko a la hora de almorzar aprovechó la privacidad del rinconcito del patio para quitarse su sudadera

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Era un día soleado, algo caluroso, por lo que Zenko a la hora de almorzar aprovechó la privacidad del rinconcito del patio para quitarse su sudadera. Dejando ver uno de los tops negros que suele ponerse en días así para aguantar con la prenda de polar. Transcurría con normalidad, Inosuke y ella escuchaban a Sumiko hablar de la última "cita" que tuvo con Tomioka, si es que le podían decir así; porque últimamente la han escuchado hablar maravillas, no solo del tipo azabache, sino que también de un tal Rengoku. La rubia cree que se trata del llamativo chico de curiosos ojos bicolor que apareció en el partido.

Y no se equivoca.

— Así que recogió la cajita por mí, fue muy amable. Y Tomioka-san me recomendó un ejercicio muy bueno para las prácticas.

— Oye Kumino. — Hashibira interrumpió, las chicas lo miraron curiosas. — Los dos te tratan muy bien, ¿no?

— Pues.. si, son muy lindos conmigo.

— Ajá. — Agatsuma soltó una risita, ya entendió a lo que el de ojos verdes quiere llegar. — A ti te gustan los dos, ¿verdad?

— ...eh... ¡¿EH?!

Ay solecito, no se había dado cuenta."¿Es posible siquiera?"Se preguntaba la hermosa muchacha. En un principio había tenido la intención de llegar a relacionarse románticamente con Giyu, pero lo descartó cuando apareció Kyojuro en la ecuación. Se les nota demasiado que son pareja, y ella no iba a interferir en algo así. Sin embargo, aunque intentó alejarse tantito, ambos insistieron en tenerla de compañía algunas tardes. Tiene que admitir que quedó encantada con el par de guapos universitarios, la trataron tan bien...

Realmente... ¿Realmente desarrolló sentimientos por los dos?

— Sumiko, tranquila. — Zenko acarició la espalda de la pelirroja con cariño. — Cosas así, son más comunes de lo que parece.

— ¿Que me guste más de una persona?

— Bueno, malo no es. Y lo que tenga que pasar, pasará.

La primogénita de los Kamado suspiró. Su amiga tiene razón, no tiene caso sobre pensarlo. Tampoco es que tenga señales concretas al respecto de sus sentimientos.

— Bien, florecitas. — Inosuke dejó de lado el bento que ya se había acabado hace un par de minutos. — No quiero interrumpir este hermoso momento de desarrollo personal, pero tenemos visita.

Así los tres levantaron la vista. Y se encontraron al mismísimo Uzui Tengen moviendo los pies por el patio, buscando algo. La de ojos miel entró en pánico.

— ¿Qué? — Chilló, gritando a susurros. — ¡¿Qué hace aquí?! Dios mío, ni siquiera he terminado mi almuerzo. Esto está mal, me tengo que ir, me tengo que ir.

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