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-¡Son Dongju!- grito la madre, mirando a su hijo que acababa de llegar al castillo de quien sabe donde. -en donde te habías metido!? Tú padre y yo estábamos preocupados-

-Y-yo.. solo salí a dar una vuelta- hablo apenado y con la cabeza gacha. -no lo volveré a hacer señora mamá- hizo una reverencia.

-Más te vale, Dongju, te he dicho varias veces que no me gusta cómo te comportas, por que no eres cómo tú hermano? El si es un niño educado, es un príncipe de verdad.- el niño de ojos azules estaba por llorar, pero se contuvo, odiaba que lo compararán con su hermano, odiaba la idea de que su madre quería que se comportara cómo "un príncipe de verdad", el quería ser príncipe a su manera, sin tener toda su vida planeada, que sus padres lo aceptarán tal y cómo es. Para Dong, ser un príncipe era cómo tener una vida normal cómo todos, quería ser diferente, el soñaba con reinar de una manera diferente, más gentil, pero cómo saben, las cosas no se obtienen en un abrir y cerrar de ojos. -tenéis prohibido salir del castillo sin permiso, me oísteis?-

-Sí madre, no lo volveré a repetir- hablo educadamente, hizo una reverencia y su madre le dijo que podía retirarse. Dongju recordó al chico con alas, ojos claros, piel pálida y párpados morados, recordarlo hizo que se formará una sonrisa en su rostro.

-Hey hermanito!- gritó Dongmyeong bajando de las escaleras observando a su hermano quien traía una sonrisa en su rostro con las mejillas rojas de un tono claro. -que te trae tan alegre y colorado?- preguntó medio burlándose, enseguida se borró la sonrisa que traía el pobre de Dongju.

-N-no es nada- se apresuró en subir las escaleras y encerrarse en su cuarto.

-Ajá, bobo- dijo Myeong para luego dirigirse a donde su progenitora. -Madre! La ayudo en algo?-

-Claro mi niño, puedes ayudarme a escoger las flores para el jardín-

-Madre, Dongju le dijo a donde había ido?- pregunto curioso.

-No, solo dijo que fue a dar una vuelta respondió. -por que preguntas corazón?-

-Por nada en especial, solo lo vi subir muy contento a su cuarto-

-Pero si lo acababa de regañar cómo podría estar así?-

-Le pregunté gentilmente y me dijo que no es asunto mío, mamá.- sonrió.

-Que buen niño eres- lo halagaba su madre.

Mientras hablaban escogieron algunas que otras flores cómo, rosas blancas, lavanda, nube, margaritas, orquídeas y otros más, lo que sí, Dongmyeong le dijo a su madre que mientras más flores de diferentes colores y formas, el patio se vería más bonito, y vaya que si quedo hermoso. Su padre, el Rey decidió venir a ver cómo quedo el jardín y quedó sorprendido por ver tan hermoso floral, su esposa quedó muy contenta por el halago de su marido hacia el trabajo que hicieron ella y su hijo.

Por otro lado, Dongju se encontraba en su cuarto tirado al suelo mirando el techo, estaba harto de todo, de que siempre le hagan ver mal a él y hacerle tener la razón a su gemelo. Y es que, quien no estaría harto de algo cómo eso? Tratar a un hijo mejor que el otro. Pero se puso a pensar en aquella persona que lo hacía sentir bien y estar en paz, le hacía bien estar con él, lo acababa de conocer, pero lo hacía sentir más que bien, cómo si fuese su alma gemela, era ese alguien que necesitaba en su vida, aquel que lo hizo sentir, cómo sí estuviera viviendo un cuento de hadas del cuál no quisiera despertar. Dongju le prestó tanta atención a aquel niño, para él, todas sus fracciones eran perfectas, un niño con alas negras y grandes, piel pálida y ojos cafés, tenía la cara tan perfecta cómo la de un muñeco de porcelana, Dongju se dijo a sí mismo que aquel chico era el oberón más hermoso que pudo haber visto con sus propios ojos, y eso que nunca había visto uno, pero estaba seguro de que esté era el más perfecto de todos.

-Querida, Dongju ya volvió?- pregunto el Rey.

-Sí papá! Esta en su cuarto encerrado- hablo Dongmyeong dejando a su madre con las palabras en la boca.

-Myeong, le hablé a tú madre- lo miró seriamente. -Por favor, ve a jugar por algún lado, quiero hablar a solas con tú madre.- Ordenó.

Obviamente Myeong no tenía planeado ir a jugar, sino escuchar la conversación de sus padres a escondidas, Dongju tenía mucha razón al decir que su hermano gemelo era todo lo contrario a él y si algunas personas dicen que son parecidos, lo son, pero no en la personalidad, cada uno tenía su forma de ser y expresarse, uno era más tranquilo que el otro o más extrovertido, pero lo que sí es un hecho, es que ninguno es igual en comportamiento. Se puso a escuchar atentamente la conversación de sus padres detrás de un arbusto, tenía suerte de ser pequeño, no lo podrán ver, o al menos eso esperaba.

-Cariño está decidido, quiero conquistar las Ciénagas- la esposa quedó sorprendida ante tal decisión.

-¿Estás seguro? Sabes que si fallas una vez, fallaras todas las veces, cómo han dicho, conquistar aquel lugar es imposible, tienen a alguien muy poderoso cuidando de todo lo que rodea esa gran mural de espinas.- dio su opinión.

-Estoy más que seguro que lo lograré, no me rendiré fácilmente- dijo confiado en sus palabras.

Dongmyeong quedó más confundido que sorprendido, ¿Qué eran las Ciénagas? ¿Por qué su padre estaba tan interesado en conquistar ese lugar? ¿Que tenía de especial? Pensó y pensó, más no encontraba respuestas en su cabeza, no sabía nada, tampoco estaba seguro de si contarle o no del planeado que estaba haciendo su padre a Dongju.

-Mi cielo, estás muy ilusionado con querer conquistar aquel lugar, espero no te lleve a la quiebra, conociéndote, eres muy terco- hablo está vez algo preocupada por la obsesión de su marido hacia las Ciénagas, pues, él estaba muy ilusionado con querer aquel lugar desde su niñez.

Cuando era un niño conoció y rápidamente se hizo amigo de una joven hada bella con unas enormes alas que vivía en el Páramo, un reino fantástico dentro de un inmenso y gran bosque muy cercano al reino humano. El ahora Rey era un joven campesino, que vivía en la pobreza,con un establo como su casa, y que soñaba con vivir en el castillo del reino de los humanos algún día. Al igual que él, ella también había perdido a sus padres. A medida que crecieron, ambos se enamoraron, e incluso culminaron con un beso de amor verdadero a los 16 años. Luego, terminaron alejándose debido a la progresiva y desmedida ambición del ahora Rey. Debido a esto, con el paso del tiempo, se dejan de ver, dando fin a la relación.

-Confía en mí, querida, lo lograremos, mañana reuniré un ejército- dice decidido.

-De acuerdo, confío en ti- el Rey se levanta y toma la mano de su esposa dándole un beso en ésta y la mira con una sonrisa en el rostro cómo lo hace ella.

Dongmyeong aún confundido decide salir de su escondite sin que sus padres se den cuenta y va a quien sabe dónde.










Hasta aquí <3
Me ayudarían mucho si podrían compartir la historia para que llegue a más personas, muchas gracias <3

Nos leemos la próxima.^^

My Evil |Leedo + Xion| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora