El frío recorría su nuca, pensó que todas las ventanas se encontraban cerradas hasta que logró ver una abierta detrás del rubio. El fuego débil de la estufa se agitaba contra el viento, esperando a que algo le pasara encima, así como Ochaco esperaba una milagrosa explicación de por qué el muchacho llevaba puesto un delantal naranja con el bordado de Litlle Lord Explosión en letras degradas con rosa y negro.La mirada puesta en ella le comenzaba a picar, esos ojos carmín le pedían a gritos que se fuera, lo sabía. Pero ella estaba ahí por otra razón y no por cualquiera que él estuviera pensando. Sería sensato ignorar el por qué él estaba ahí. No era de su incumbencia.
Como si nada pasara, caminó hasta el otro lado de la habitación, con un aura despreocupada. Se le ocurrió silbar para aliviar el tenso ambiente que se formaba; Katsuki no dejaba de mirarla, estaba formando una apretada línea en sus labios que estos se estaban volviendo blancos por la falta de circulación. Su ceño estaba muy fruncido más de lo habitual a su día a día, la expresión en su rostro era una combinación de desconcierto y furia. Los ojos almendrados del rubio le asesinaban al ver cada paso de la chica. La había visto caminar antes, con neutralidad o apuro dependiendo de la situación. Así era Uraraka, pensaba Bakugo; cuando estaba feliz, andaba animadamente dando saltitos de un lado a otro. Cuando iba sola sin el séquito de perdedores -como él les llamaba- no tenía apuro en dar pasos sin emoción. ¿Y ahora? Pues, parecía volar al despejar su pequeños pies del suelo.
Si no fuera que ya la conocía desde hace tiempo juraría que ahora una niña chiflada pasaba frente a él.
No le dijo nada al llegar cerca de él. La flama seguía encendida, el tiempo estaba desperdiciando el gas al igual que la situación en ese momento. La castaña solo se limitó a sonreírle por breves segundos de manera muy alegre y comenzó a buscar algo de entre los muebles de la cocineta. Así será, pues mejor por mi, pensó Bakugo mientras su temperamento amenazante bajaba hasta tranquilizarlo. Respiro pasivamente, para que el sudor de su cuerpo dejara de emanar. Se suponía que nadie pisaba el lugar después de las diez.
Uraraka se moría por dentro. Al estar tan cerca de Katsuki no podía dejar de ponerse tan nerviosa y menos con una carcajada que logró disimular al sonreírle. Ese mandil era un gran contraste con su apariencia explosiva. La cosa que haría en la cocina se le olvidó para su pesar. Era un alivio que él haya decidido ignorarla porqué, ¿con cara lo miraría a los ojos con esas ropas? No era la persona que se burlaba de la apariencia de los demás, pero esa pequeña bomba con cabello rubio era muy graciosa. Aunque el rosa le combinaba bien.
Dio gracias a Buda cuando recordó que no podía dormir así que iba a prepararse leche caliente para atraer los sueños.
Seguía de espaldas al rubio, los ruidos que escuchaba tras ella eran diversos: agua que caía en algo y fluía como un sereno río, algo se estaba batiendo y finalmente un objeto poniéndose arriba de la estufa color plateada. Por fin la llama estaba siendo usada.
Sintió algunas veces los ojos rubíes en ella, puede que el insomnio le jugara una broma. Pasados los minutos terminó por resoplar de forma cansada y molesta, por no haber encontrado la tetera. Prosiguió a abrir los compartimentos color chocolate de arriba, con la esperanza de encontrar la tetera roja que tanto anhelaba en ese momento.
—Si buscas algo, yo tengo la tetera y la cazuela mediana, cara redonda. —escuchó que le decía una voz áspera. Dejó de meter sus manos al fondo de las casillas, ya estaba en puntillas sobre sus pies cuando la altura ya no dejó que buscara con la mirada.
No quiso mirarlo aún, Ochaco todavía recordaba esa prenda en su torso. Giró levemente para que sólo el rabillo de su ojo izquierdo la viera—. ¿Huh? ¿como sabías que estaba buscando...?—preguntó intrigada. Era como si le estuviera leyendo la mente. Fue interrumpida abruptamente por el tono brusco del muchacho.
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¿Qué podría salir mal?
Fanfiction¿Qué es lo que hace Bakugo todas las noches? Era una pregunta qué últimamente sus compañeros se estaban cuestionando, pero nadie había tenido la valentía para saberlo por miedo a su reacción, a todo el mundo parecía interesarle los asuntos personale...