Capítulo 8. Tiburones en la playa.

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Mermaid Melody Pichi Pichi Pitch <3 HEART

Capítulo 8. Tiburones en la playa.

Kaito seguía inconsciente después del golpe que le propinó Sharkess. El jaleo que montaba Luchia intentando interrogar a Hanon hizo que se despertar poco a poco.

—¿Qué ocurre aquí? —preguntó Kaito aturdido siendo ignorado por todas menos Alaya.

—Nada —contestó Alaya prestando atención al interrogatorio—, que Hanon y Rina han vuelto y parece que Hanon lo ha dejado con su novio.

—¿Y por eso tanto jaleo? —se preguntó Kaito—. ¿Importa más eso que el porrazo que me ha dado Sharkess hasta dejarme inconsciente?

—Pero tú estás bien, Kaito, en cambio Nagisa... —trató de decir Rina.

—¿Qué has hecho con el pobre Nagisa, Hanon? —preguntó Luchia—. Le has debido de romper el corazón.

—Fue por una tontería —dijo Rina.

—¡De eso nada! —negó Hanon molesta—. Estoy harta de Nagisa, es un niñato inmaduro, y un infantil...

—La culpa no la tiene Nagisa, es... por —intentó explicar Rina.

—¡Yo necesito a un hombre de verdad! —exclamó Hanon.

—Claro, ¡cómo no! —se dijo Luchia—. Un chico mayor, como el Señor Mitsuki. ¿Verdad? Vuelves a las antiguas costumbres...

—¡Será un reto! —dijo Hanon esperanzada.

—¿Es normal que una sirena sea tan enamoradiza? —preguntó Alaya.

—Bueno, en realidad eso es solo típico de Hanon —dijo Rina.

—Ahora el tema más importante es el de mi perla y mi secuestro exprés —dijo Alaya dando por zanjado el tema novio de Hanon.

—Alaya tiene razón —dijo Luchia—. Cada vez que nos topamos con Sharkess, logra escapar. Aunque la hemos vencido se ha quedado con la Perla Blanca.

—¿Y si vamos a buscarla a donde quiera que viva? —propuso Rina.

—Podríamos intentarlo —dijo Luchia pensando­—. Pero tararíamos siglos en encontrarla por todo el océano.

—Se me ocurre que podríamos tenderle una trampa, igual que me hizo a mí —dijo Kaito.

—Sí —dijo Rina entusiasmada—. Podría dar resultado. Pero hay que tener un buen plan.

Las tres sirenas, Alaya y Kaito pasaron varios largos minutos intentando pensar en algún plan para tenderle una trampa a Sharkess. Como no se les ocurrió nada que pudiera dar resultado decidieron irse para que cada uno pudiera pensar por su cuenta tranquilamente.

Pero muy lejos de allí, en una cueva en el fondo del mar, se encontraba Sharkess. Gracias a sus nuevos poderes se había recuperado muy rápido tras la derrota contra las sirenas y estaba lista para volver a contraatacar.

—Es impresionante —se dijo Sharkess orgullosa—. Me siento llena de energía. Como nunca antes me había sentido. Mi poder se restaura muy rápidamente gracias a la Perla Blanca. Nunca permitiré que nadie me la quite. ¡Pero quiero más, quiero más!

Sharkess estaba sintiendo en su interior más ansias de poder. No se sentía satisfecha con una perla nada más. Quería más y más. Las ansias de poder inundaron su cuerpo como una sombra que la cubría.

—¡Quiero las ocho perlas! —exclamó Sharkess—. Para poder ser la dueña de todo cuanto existe en el mundo. La princesa sirena de la perla rosa está aliada con otras dos princesas que son un dolor de muelas. No las voy a subestimar. Voy a esperar a apoderarme de otra perla para combatirlas sin problemas. Iré al Pacífico Sur, donde, según mi libro, gobierna la princesa Coco. Además, allí seguro que hace buen tiempo y robarle la perla a la princesa Coco será co-coser y cantar.

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