Capítulo 11. Una cita con la memoria.

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Mermaid Melody Pichi Pichi Pitch <3 HEART

Capítulo 11. Una cita con la memoria.

Hippo continuaba apresado por los tentáculos de los malvados tiburones, que no solo lo asfixiaban, sino que absorbían su energía, haciéndose más fuertes para estar más tiempo apresándolo.

—¡Aaaah! No puedo más, Hanon, Rina, marchaos, llamad a las demás sirenas —dijo Hippo con dificultad.

—¡Pero no podemos dejarlo solo! —exclamó Hanon asustada.

—Necesitaremos ayuda —dijo Rina.

—Prince... sas... —dijo Hippo poco a poco mientras iba cerrando los ojos verdes de Hipocampo.

Cuando Hippo cerró completamente los ojos, una gran luz lo envolvió, y se convirtió en el guardián de las sirenas de forma humana, por lo que, al hacerse más pequeño, se liberó de los tentáculos.

—Menos mal, creí que Hippo no lo contaría —dijo Hanon aliviada.

—Vale, ya es hora de darle su merecido a esta aberración marina —dijo Hippo convencido—. ¡Aah!

Hippo movió su brillante cetro dibujando un círculo perfecto en el aire. Aquel círculo se acercó a cada tiburón y al rodearlo, lo eliminó completamente. Hippo perdió todas las fuerzas que le quedaban, y volvió a su forma de pingüino cayendo desmayado al momento.

—Parece que Hippo puede arreglárselas solo —dijo Rina­—. Será mejor que nos lo llevemos al Hotel Perla, quizás necesite atenciones pingu-médicas.

Hanon y Rina se fueron rápidamente al Hotel Perla orgullosas de su guardián.

Mientras tanto, Sharkess y el chico calamar habían huido de Hanon y Rina y fueron al escondrijo del Señor Flux.

—Vale, Sharkess —dijo el chico calamar cerca del castillo medio derrumbado del Sr. Flux bajo el mar—, estás a punto de conocer a mi amo, ahora formamos un equipo. ¿Vale? Suele tener mal genio, así que ten cuidado de no enfadarlo.

—Vamos, lo que faltaba, sumisión —dijo Sharkess molesta—. Yo hago lo que me da la gana...

Sharkess y su nuevo aliado entraron en una sala con un gran trono, en el que se encontraba el Señor Flux.

—Tú... —dijo Sharkess asombrada abriendo los ojos como platos.

—Bienvenida Sharkess, es un placer... volver a verte —dijo el Sr. Flux lentamente.

—Lo será para ti —dijo Sharkess enfadada—. ¡Esto era una trampa, lo sabía! Me voy de aquí, asquerosas víboras... Calamarucho, creía que éramos aliados. ¡Me dais asco!

Sharkess molesta se marchó de allí nadando todo lo rápido que pudo.

—Chico calamar, ve a por ella, convéncela para que se quede —dijo el Sr. Flux.

—Vale amo, como ordene —dijo obediente el chico calamar mientras pensaba: ¿Acaso se conocían?

Al día siguiente, Hippo se estaba recuperando del ataque y llegó la hora de la cita de Alaya con Taiyo. Alaya estaba en su habitación muy nerviosa preparándose con Luchia.

—Qué nervios, no sé qué ponerme —dijo Alaya nerviosa.

—Al no tener ni memoria ni pasado no tienes ropa para la ocasión. No te preocupes, te dejaré algo —dijo Luchia.

Alaya se giró, y se pronto se encontró colocado sobre la cama un precioso vestido blanco con flores amarillas.

—¿Qué hace esto aquí? ¿Es tuyo Luchia? —preguntó Alaya sorprendida.

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