Hace ya mucho tiempo José no vuelve a su hogar completo, tanto que ni siquiera lo siente propio, aquello es más bien un susurro en la memoria.Tiene 24 años, pero aparenta treinta y tantos; el consumo de cocaína cocinada lo llevó a lugares que jamás imaginó pisar, y a actuar de formas que nunca sospechó posibles.José es hijo, nieto, hermano y sobrino de personas que lo vieron deteriorarse lentamente, como las hojas de los árboles al llegar el otoño. Con él cayeron todos, uno por uno, se quebraba un alma y otra la volvía a armar, hasta que el dolor perdió sentido, o se hizo perpetuo. Su familia no lo abandonó, pero dio un paso al costado cuando entendió que para ayudarlo primero debía pedir ayuda, y además aceptarla.José sigue vivo, en algún recóndito lugar de su abismo continúa latiendo, y lucha por volver, cada vez con menos fuerza. De hecho, a veces lo logra, dos o tres días, hasta que cae en las garras de un llamado que ni él comprende.José roba todas las semanas... objetos a los demás y vida a sí mismo. Por momentos parece muerto, en la mirada de los otros, en el espejo y también en el vacío que siente por dentro, ese vacío que parece fuego, y quema todo a su paso.No recuerda exactamente cuándo comió por última vez, pero guarda en la memoria con detalles la primera vez que probó cocinada.Ya no sabe lo que es la amistad ni el amor, ya no siente la vida, aunque en momentos de lucidez la anhela.José teme por su integridad cuando despierta amanecido de tres días sin dormir, en algún lugar desconocido, con personas que le son ajenas en cuerpo y alma.Como José hay cientos, están ahí junto a su familia, a veces los escuchamos y vemos, a veces sólo juzgamos sin ver.
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Mini Relatos
RandomRelatos en Primera Persona, muchos de ellos reales, para leer en un minuto.