Capítulo 10

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NICK CROSBY

—No… —sonó dudosa.

Y esa leve pero existente nota de confusión en su voz me dio una razón para sonreír.

¿Por qué?

Porque en su cabeza existe un nosotros.

Bien pudo decir “Tampoco” en una definitiva negativa.

Río por lo bajo.

Sí hay una diminuta posibilidad de que el amor también sea para nosotros, solo debo esperar.

—De qué te ríes. —le molesta que me ría en un momento tan serio, hablando de un tema muy serio para ella.

—Ya somos un equipo.

—Sí —sonríe aligerándose—, lo somos. El equipo del desastre.

El equipo del desastre.

Al fin, somos algo. Y no “Esto".

En sus pupilas se reflejan los colores del cielo caído, derrotado. Tonos morados y rosas nos envuelven. Es lindo, pero es hermoso desde donde ella lo aprecia, lo veo en sus ojos.

—Seis narices. —dice de la nada, mirándome por el rabillo del ojo.

—Seis historias.

—Quiero oírlas todas.

—La primera fue en sexto grado.

Como olvidar esa golpiza.

—Que precoz.

—La segunda fue en unas fiestas en la universidad. Y las otras ya no las recuerdo.

No quiero adentrarme a ese tema, ya saben, al viejo yo.

No ahora que he tenido avances.

—¿Seguro que no puedes volar? —bromea, no se cansa de hacerlo—, nos serviría de mucha ayuda para irnos de regreso.

Río negando.

—No, pero puedes tomar prestado el trineo de Santa.

Lo admito, se ve tan adorable de duendecilla. No importa cuantas veces se queje del gorro. Se veía dulce y tierna, dos cosas que en realidad no es.

—Queda más cerca la tienda que el polo norte, genio. —explica sarcástica.

—¿Y si tomamos un bus?

Asiente y marcha despacio a la puerta de salida.

—Me parece.

Partimos del edificio, cruzamos semáforos y esperamos en la parada un bus, llego y ya en carretera, compartiendo puestos fui consciente del acto tan patético que he cometido en mi vida.

Vestirme de unicornio, y uno rosa con la cola esponjosamente morada.

No haría esto por cualquiera.

Espero ella lo sepa.

—Está oscureciendo. —percibe desde la ventana.

—Ya el sufrimiento acabó.

—Sí —exhala aliviada—, ya terminó.

—¿Porqué lo dices así?

Como si no fuese lo que quisiese. Detesta este día, tenía que hacer algo al respecto, cambiar ese humor, y lo hice. No soy nadie para decretar efemérides, sin embargo, uní nuestros mundos en esta fecha, solo ella y yo la celebraríamos.

La singular melodía del amor © [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora