3- Confiar en ti

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Me veía capaz de arrojarme al abismo contigo, con los ojos cerrados, pero aferrado a tu mano, y sólo eso bastaría para ambos lograr sanarnos...

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Si una semana antes de ese día, alguien le dijera que estaría camino a la residencia de una persona que no fuese su mejor amigo, probablemente se habría reído tan fuerte que lloraría del dolor.

Harry también se había convertido en la primera persona que lo invitaba a su casa.

Nuevamente, después de Niall, claro.

Estaba verdaderamente cerca, tanto del restaurante minimalista como de la universidad. Seguro caminaba siempre. Eso explicaría su buen físico, pensó Louis, e inmediatamente abrió los ojos y se concentró en la caminata avergonzado, como si el ojiverde pudiese leer sus pensamientos.

No tardaron en subir hasta el apartamento del chico.

Claro que Harry debía vivir en un lugar lo suficientemente digno como para que él mismo lo pisara. No era algo muy exagerado o exótico, pero no había visto nunca un apartamento tan organizado con tan pocas cosas.

Habían estanterías con libros por todos lados, enormes enciclopedias, revistas y más libros. No mentía cuando dijo que amaba la lectura. No estaba demasiado amueblada; en la sala, podías encontrar un sofá negro de cuero sintético y junto a él una elegante lámpara de piso. Televisión, un pequeño sillón junto al sofá, una chimenea que no llamaba mucho la atención y en el rincón una planta bastante tupida y bien cuidada. Había una lámpara en el techo con la cantidad de luz adecuada como para mantener el ambiente claro pero sin llegar a quemar en los ojos. Más allá de la sala de estar, había un largo pasillo que llevaba a diferentes habitaciones y pasaba por la cocina y el pequeño cuarto del comedor.

Sí, Harry le había enseñado orgullosamente su casa.

Le ofreció asiento y algo para tomar. También le aconsejó que se quitase los zapatos para descansar. Una vez bien ubicados, Louis sacó cada uno de sus libros con pereza, y Harry lo notó.

—¿Estás bien?

—Sí. Sólo estoy un poco cansado, créeme, nunca camino más de lo necesario —acompañó la oración con un suspiro cansado.

—¿Quieres dormir? —preguntó tímido Harry.

Sí, pudo haberle ofrecido cualquier otra cosa, sin embargo, el chico le ofreció dormir, hecho que le pareció bastante extraño.

Louis respondió con un resoplido que trató de no volver cortante.

—¿Dormir? Tengo mucha tarea como para dormir —contestó.

—Yo puedo adelantar algo si quieres.

Y enseguida pensó que no sería capaz de evadir sus responsabilidades de esa forma, mucho menos si mientras otra persona se encargaba de hacer lo que le tocaba, él estaría descansando.

Simplemente no quería estorbar a otro más de lo que suele sentir que lo hace.

—Que vergüenza, Harry. No sé si debería, es decir... Recién me conoces y no se-

—Shh —interrumpió el mayor—, no tengo ningún problema, Louis. Si estás cansado no lograrás concentrarte. Duerme un rato —dijo sin desprender su insistente mirada de Louis.

Con un evidente arrugado entrecejo, Louis trató de analizar las intenciones del chico frente a él, y es que era un tanto sombría la forma en la que lo miraba, insistiendo para que el chico aceptara su propuesta.

EfímeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora