Capitulo 21

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– Pelea para mi. –  

Maldito anciano.

– ¿De que mierda hablas?. – Gruñí. 

La cabeza me palpitaba y ni hablar de las nauseas. Yo solo quería salir, ya.

– Ven conmigo y te lo explicare. – dijo mientras se paraba de la silla. 

Ni de coña.

Sonreí en molestia mientras negaba con la cabeza. La punta de mi lengua, podría jurar que perforaba mi mejilla interna. Casi. 

– No estoy para tus mierdas. – Fue todo lo que dije, mientras pose una mano en mi cintura, mientras que la otra le daba un leve masaje a mi nuca. – Me voy. – 

Di media vuelta y camine hacia la salida. 

¡BAM! 

Un fuerte golpe inundo la habitación. El viejo había azotado uno de los cajones de su escritorio. Lo abrió. Lo mire de reojo. Si las miradas mataran como muchos dicen, me hubiera gustado ver al vejestorio en el piso; pero este solo metió una mano dentro del cajón y sacó un habano, procedió a colocárselo en la boca, para después encenderlo. Dio una calada y con una horrorosa sonrisa, camino hacía mi quedando frente a frente, botando el humo justo en mi cara.

Arrugue mi nariz. Reprimí mis ganas de escupir en su cara y solo cerré mis ojos.

– Sere breve, no tardarem– 

– ¡He dicho que NO!. – lo interrumpí ya desquiciado y hartó. – Te pagaré tu estúpido dinero a mi puta manera. Olvídate de tenerme como tu maldito peón o tu puto títere. –

Los gorilas, rápidamente posaron sus manos tras su espalda, al ver como choque mi cabeza con la de él. Él muy imbécil podrá haber embarnecido, pero me da igual, le saco media cabeza.

Quedando frente a frente con el anciano, los tres idiotas ya habían desfundado sus armas. 

Sonreí.

– La chica - nuevamente habló.

La vena en mi garganta palpitaba a tal punto de estallar. La ira me carcomía por dentro.

– Que tan bajo puedes caer, para que tengas que amenazarme con una mujer. – Lo interrumpí. Mi sangre hervía como nunca y mi pulso estalló. Mierda. Camelia tiene que estar fuera de esto sí o sí.

– Es mi problema. – Lo mire atónito. Su maldita expresión era totalmente calmada, como si no significará nada.

Mi sangre bullía y bullía.

– ¿Qué has dicho?. – gruñí. 

– No seria nada raro, después de todo, no llegue a la cima porque sí, chico. Aveces para llegar a la cima, tienes que ensuciarte las manos. Hacer el trabajo sucio, manipular de vez en cuando, matar si es necesario.

El limite re rompió. 

– No le juegues al vivo, imbécil.  – Amenazante tire del cuello de su camisa, y estampe mi puño en su cara. Cayo al piso, a tres pasos de diferencia. Lo mire amenazante. – No me conoces en lo absoluto, pedazo de mierda. Así qué mejor, guárdate tus comentaritos bastardos. – 

El se levanto lentamente, recargándose del escritorio y tomo su cara. Una linea de color roja se hizo notar al deslizarse lentamente por el dorso de su mano.

Había roto su nariz.

Escuche como uno de los lacayos quitaba el seguro de su arma. Todos me apuntaban, pero solo uno quitó el seguro.

𝕋𝕒𝕟 𝕀𝕟𝕠𝕔𝕖𝕟𝕥𝕖 🅝︎Ⓞ︎ 𝕊𝕠𝕪.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora