1-Un amor imposible

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¿Alguna vez habían visto la perfección con sus propios ojos? Sentirlo es el mayor premio que podrían adquirir; y eso que muchos me catalogan como "sin sentimientos"

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¿Alguna vez habían visto la perfección con sus propios ojos? Sentirlo es el mayor premio que podrían adquirir; y eso que muchos me catalogan como "sin sentimientos"

La primera vez que vi a la perfección me sorprendí, en mis años en este mundo jamás había encontrado a alguien completamente perfecto, pero ahora por fin lo sentía... Por primera vez, encontré la perfección en una persona.

Lo veía todos los días, le gustaba el café en las mañanas y chocolate antes de dormir. Le observaba siempre en la estación del metro, había bondad en sus actos, en sus ojos radiaba la pureza y en sus labios se mantenía la verdad.
Se me hacía difícil comprender cómo es que alguien podía ser así de perfecto, siendo simplemente humano.

Miles de veces lo soñé a mi lado, sin embargo me parecía muy egoísta atarlo a mí para siempre. No era yo lo que él merecía.

Pasaban los años y le veía ser feliz, siempre a lo lejos, nunca me le acerqué. Tenía miedo de hacerle daño. Pero le quería, le amaba y tanto que me aseguraba siempre de mantenerme distante.

Siguió el tiempo su curso y le vi enamorarse, a su boda fui. Vi como luego amaba a sus hijos y le vi sufrir cuando su esposa se los arrebató. Me sentí culpable, pero no estaba en mis manos protegerlo de los males del corazón. Quise vengarme, pero no pude, otra vez, tuve miedo de lastimarle a él; la quería, aún a pesar de todo. Era otro ciego de amor, no muy diferente de mí; y ella, tampoco lo merecía a él.

—¡Fuerza! ¡Fuerza!— le gritaba, a pesar de que él nunca me escuchó.

Se me estrujaba el alma al sentir como me aclamaba, más no hice caso. Por su bien, preferí ignorar.

Pedía que lo salvara, pero por más que lo deseaba, no me permitiría condenarlo estando a mi lado.

Me hacía daño, claramente él no podía saberlo; porque para él y para todos soy solo un espectro. Y ahí, continuó llamándome, incapaz de comprender que me partía el corazón cuando suplicaba:

—¡Oh muerte, déjame estar junto a ti!

—¡Oh muerte, déjame estar junto a ti!

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Cuentos Marchitos escritos por la muerte |En Proceso|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora