No me dio tiempo a dar explicaciones, ya que al momento Andrés decidió irse con las mejillas coloradas por la incómoda situación.
Con más rabia todavía, les grité a mi tita, a mi tito y a mi madre por hacerme la vida tan imposible. Ellos solo respondieron con más risas y alguna que otra pregunta sobre quién era ese chico.
Yo, llena de ira, me prometí a mi misma que ya no iba a volver a mi casa nunca más, saldría corriendo de esta horrible ciudad. Pero una persona vino a mi mente e hizo que todos mis planes se desfarataran. Andrés. No me podía ir de aquí sin él. Rápidamente recogí mis utensilios y cosas más importantes, y salí de casa sin siquiera mirar a mi madre. No se lo perdonaría jamás.
*Andrés*
-Andreeés, ¿vienes conmigo al muelle a jugar un poco? Estoy muuy aburrido. -dijo una agradable e infantil voz que provenía del piso de arriba. Era mi hermano.
-Claro, pero tendrás que esperarte, tengo que ir a comprar la comida para hoy. Espérame en la puerta, no tardaré. -dije yo mientras oía el traqueteo de la escalera al bajar aceleradamente.
-Gracias. -dijo Mateo mientras me daba un cálido abrazo.
Cogí la bolsa y la lista de la compra y me fui al mercado. Pero topé con alguien inesperado:
-¡Laila! ¿Qué haces tú aquí? -dije sorprendido.
-Necesito que te vengas conmigo. Me voy de esta ciudad no me gusta mi vida. -dijo con mientras jadeaba al haber corrido tanto.
Me quedé bloqueado y no sabía que responder. No me importaría irme de aquí pero el deber no me lo permitía. No podía dejar a mi familia sola. Y menos a Mateo que tan solo tenía 5 años.
-Qué dices, ¿te vienes? -dijo. Esta vez agaché la cabeza mientras negaba.
-No puedo, lo siento mucho, no puedo dejar a mi familia aquí. -añadí.
Ella se limitó a observarme y luego me dijo que los llevara también, pero negué de nuevo. No me atrevía a mirarle a la cara. A ver su cara de decepción, a ver su pequeña frente arrugada y sus grandes ojos con lágrimas. No podía. Así que decidí marcharme con un seco "adiós", e intenté no voltearme para verla tan afligida.
*Laila*
No me esperaba esa respuesta de Andrés, pero claro, como habré sido tan tonta, me conoce apenas de un día y ahora le pido que nos vayamos de aquí lejos, dejando a su familia.
En el interior no estaba enfadada porque eso era lo que me gustaba de él. El amor y aprecio que sentía por las personas en este caso por su familia.
Decidí ir a mi sitio favorito, ya que a mi casa no podía volver. No hasta que no pasara un tiempo.
*Andrés *
Después del encontronazo con Laila, seguí mi camino, pensativo, hasta la tienda. Compré los tomates y los espaguetis y volví a mi casa con la idea de tumbarme sobre mi cama.
Cuando llegué, me encontré a Mateo con su cometa impaciente dando pequeños saltos. Se me había olvidado lo de ir al muelle y además se me había hecho tarde, porque eran las 14:00 y todavía tenía que hacer la comida:
-Bieeen ya has llegadoo. Vámonos al muelle porfii, solo un ratito antes de comer. -dijo suplicando.
-Lo siento pequeño se me ha hecho tarde, y todavía no esta la comida hecha, además, mamá no llega hasta la noche. Pero no te preocupes, puedes ir tu solito como niño mayor, el muelle no pilla muy lejos de aquí y estoy seguro de que no te perderás, te conoces muy bien el camino. Pero prométeme que tendrás cuidado. -dije con tono firme.
-Sisis te lo prometo. Graciasss!!!!! -y se lanzó a mi cuello. Pero el abrazo no fue largo ya que al segundo se puso en camino dando pequeños saltos.
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La Rosa maldita [En curso]
Novela JuvenilDesde hace mucho mucho tiempo, en el país de la India, había una tradición inevitable, que aunque te negaras a realizarla, te obligaban. Esta es la historia de una chica llamada Laila, que sufría este trauma, no sólo físico, si no también mental...