A la mañana siguiente, Laila parecía ausente en todo lo que hacía. No se quitaba de la cabeza lo ocurrido la noche anterior.
Aquel día se suponía que cumpliría su rutina matutina de todos los días, pero tuvo una visita inesperada que hizo que se quebrara. Sus tíos, habían venido a verla a ella y a su madre pero sobre todo a ella porque, al día siguiente, sería su cumple y le darían el regalo de todos los años. Este tema lo había dejado de lado, debido a su inquietud de ser la elegida.
La mayor parte de los encuentros con sus tíos, no resultaban del todo agradables...La última vez que se alojaron en su casa, media cocina salió incendiada. Y antes de esto, el jardín quedó totalmente estropeado. Pero todo eso sin contar las veces que a ella la dejaban en ridículo. Pero, para colmo, su madre siempre les seguía la corriente con tal de humillar a Laila. Y os preguntaréis por qué ésta mujer era tan mala con su propia hija. Pues aquí va la historia: Arya (la madre), cuando tuvo a su hija estaba muy contenta, de haber parido a una niña tan hermosa. Y la gente se lo decia: "Qué linda tu hija", "Qué ojos más marrones y grandes". Pero, un día, la gota que colmó el vaso fue cuando le dijeron que se parecía a su padre. Hasta ese punto llegó, que explotó de celos, y se rebeló contra ellos dos. Entonces, desde ese día, Arya siempre le ha tenido una envidia enorme a su hija y la única cosa que ella podía hacer para evitarlo, era burlándose de ella.
La cuestión es que cuando venían sus tíos, Laila lo pasaba bastante mal. Y había aprendido que era un caso perdido.
*Laila*
Pffff......Mi reacción al ver entrar por la puerta a mis "titos", si es que se les puede llamar así, fue terrible. Tan terrible que me llevé una buena bofetada por parte de mi madre, que al verme escapar hacia mi cuarto, me cogió del brazo y me dio lo que ya he dicho antes...una buena torta.
Mis tíos, como no, se rieron con ganas desde la entradita y mi madre "la simpática" al verlos allí parados les invitó a sentarse en el salón. Y ahí fue cuando empezó lo peor de todo porque mis tíos se pusieron a hacer preguntas absurdas para reírse de mí:
-Bueeno, y ¿¿que tal el cole?? -dijo mi tito. Y como yo sabía que venían muchas más preguntas como estas, me tragué el orgullo y respondí. -Pues, como a lo que voy es a aprender lo básico en el instituto, pues bien.
-Y que tal ese ratón que tenías tan...
-¿Asqueroso? -termino mi tía con una mueca de asco y desprecio en la cara. No me gustaba NADA que hablasen así de mi hamster, (Lolo), que murió desgraciadamente el mes pasado y que por consiguiente deja una buena oportunidad de humillación y burla a mis tíos. -Pues, ha fallecido. -dije yo con tristeza y enfado al mismo tiempo porque sabía que ellos ya se habían enterado de la noticia y que lo único que pretendían eran hacerme decirlo en voz alta.
Los dos, es decir, los tres, (se me había olvidado mencionar a mi madre), soltaron una risita que aunque sonora desapercibida, sonó en toda la habitación. Lo que hizo ponerme una vez más, histérica.
-Ay, por poco se me olvida. -dijo mi tita mientras resbuscaba algo en su cochambroso bolso. -Aquí tienes tu regalo, aunque tu cumple sea mañana. - y me señaló un paquete mal envuelto. Lo abri, con la esperanza de encontrarme algo diferente a lo de todos los años, (una muñeca acompañada de un pez que a los dos días se moría), y me encontré una sorpresa. Pero no una sorpresa de esas que te alegran el día. No, de esas sorpresas no. Todo lo contrario.
La bolsa contenía unos tacones rojos de los más feos, rotos y destartalados, y una camiseta blanca (ya no tanto seguramente como el primer día, porque estaba un tanto amarillenta) que ponía una frase enorme ocupando toda ella, que ponía: LOS HOMBRES SON INÚTILES.
Lo más probable es que no me sintiera muy cómoda si llevase esa camisa porque me resultaba un poco injusto, ya que por lo menos había hombres que si eran buenos y útiles, como por ejemplo mi padre o Andrés... Entonces unas lágrimas surcaron mis mejillas. Llena de ira cogi la camiseta y la arrojé a la basura. Pero este gesto no sirvió de nada, es más, empeoró la situación, porque mi madre me dijo que la recogiera y me la pusiera junto con los tacones.
Desgraciadamente, tuve que obedecer.
Subí a mi cuarto y me cambié.
Bien, empezábamos muy bien: los zapatos chicos. Y en cuanto a la camiseta, al ponérmela vi que estaba un poco hecha de sí, seguramente porque mi tía ya la habría portado alguna que otra vez, y me estaba 3 tallas más grande.
Tuve que bajar hecha un disfraz, con los pies muy doloridos, y mi sorpresa fue muy grande al ver ante el portal a Andrés, y a mis parientes mandándole miradas de asco y desconfianza.
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La Rosa maldita [En curso]
Teen FictionDesde hace mucho mucho tiempo, en el país de la India, había una tradición inevitable, que aunque te negaras a realizarla, te obligaban. Esta es la historia de una chica llamada Laila, que sufría este trauma, no sólo físico, si no también mental...