AEGAN Y JUDE
Parte 1
¿Alguna vez has experimentado esa sensación de que algo está muy mal, pero al mismo tiempo está muy bien? Sabes que es algo riesgoso, posiblemente peligroso que no traerá ninguna buena consecuencia, pero te intriga, te emociona, te tienta. Te tienta tanto que, sin darte cuenta, en algún punto estás deseándolo con intensidad.
Y entonces, caes.
Y entonces... ¿qué?
Hola b*tch, a que nunca creíste volver a leerme.
Te vengo a contar otro secreto. Solo promete que no se lo dirás a nadie. O... solo asegúrate de contarlo tal y como lo haré yo. Sin omitir ningún detallito.
Así que empecemos por aquí: la mansión Cash. Alta. Imponente. Llena de ventanas y protegida por muros de arbustos. Olía a mármol recién pulido cuando atravesé las puertas de entrada. El profundo silencio que venía de los largos corredores y las decoradas salas cercanas delataba que no había casi nadie allí, y que, si había algún empleado, estaba lejos, en lo suyo.
De todas formas, había ido hasta allá para hablar con una sola persona: Aegan.
Le había preguntado a Aleixandre por él. La respuesta fue: "en su oficina, de ahí no sale mucho. últimamente", así que fui directo, como mandada por el Dios de todas las cosas que no deben pasar. Justo antes de llegar a la puerta, pasé por delante de un espejo en el pasillo. No pude evitar echarme una mirada rapidita.
Bueno... sabemos que nunca fui muy agraciada. Al menos tenía salud. No mucho había cambiado. Tenía el cabello más largo, pero de mi color marrón natural (y estaba despeinado atrás porque Dios me había hecho el ejemplar número uno del frizz). Seguía siendo delgada, bastante normal. Era, en efecto, mis queridos amigos, un caos del que probablemente Aegan se iba a burlar porque las cosas como son.
Así que intenté acomodarme un poquito.
No logré el milagro, pero bueno.
Avancé. La puerta estaba medio abierta y del interior salía algo de su voz en palabras que solo entendí cuando me asomé con cuidado. Vi a Aegan de espaldas, frente a la ventana, hablando por teléfono. La misma figura alta que había dominado Tagus, el mismo villano al que había querido enfrentarme. Discutía con alguien porque el juicio de Adrien aún no se daba, porque estaba convencido de que lo estaban alargando, porque algo andaba mal. Sonaba muy frustrado, como si nada estuviese pasando como él quería y estuviese conteniéndose para no explotar.
La verdad sí estaba todo muy interesante, por lo que me quedé oyendo, metida en el chisme, hasta que de repente escuché:
—No se te quita la maña de escuchar lo que no debes, ¿cierto?
Me tomó unos segundos captar que él me había hablado directamente porque ya había colgado el teléfono, solo que no se había dado la vuelta. Luego me pregunté si tenía superpoderes o qué coño, porque, ¿saber que yo estaba ahí sin voltearse? ¿Qué era? ¿El macho?
O a lo mejor yo había sido demasiado obvia, je.
Di un paso hacia dentro, ya atrapada, capturada. Entonces, él se dio la vuelta.
Agh, llevaba como cuatro meses sin verlo, pero no dejaba de pensar que odiaba su versión madura de veintisiete años. Y la odiaba porque era demasiado interesante. Los mismos ojos grises casi transparentes, pero más experimentados; el mismo cabello azabache, pero con un corte profesional y serio, un poco despeinado en frente; la misma altura imponente y el mismo característico aire elegante y confiado, pero emanando una mayor energía de: "puedo tener al mundo en mis manos y si me enojo puedo hacerlo pedazos"!
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Extras Perfectos Mentirosos (Eliminados)
Teen FictionExtras Eliminados de Perfectos Mentirosos🃏 Autora: Alex Mírez