Al borde de la desesperación, Nunew decide acudir a una agencia que busca omegas gestantes como él.
Por otro lado, el alfa Zee y su pareja Saint, no consiguen tener un bebé, entonces recurren a "Dreams Conceptions" y después de interminables trámite...
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Le había visto sonreír un montón de veces, entre ellas, un par habían sido dedicadas exclusivamente para él, y esta era nueva. Una imposible de descifrar.
El adverso se sacó los lentes oscuros, y gracias a la corta distancia que los separaba, pudo advertir sus ojos rojos e hinchados.
-¿Saint?-musitó sin poder dar crédito a lo que veía.
Quizá estaba soñando, tal vez seguía en el hotel, recostado en la cama y apunto de despertar.
-Anda, acércate, no estoy aquí para obligarte a regresar-incitó en voz alta a la par que ponía los ojos en blanco con cierto fastidio.
Nunew aturdido llegó a su lado e hizo lo que le pidió. No fue capaz de ignorar el vientre de Suppapong, con tres meses de embarazo, tenía una adorable pancita que sobresalía en la sudadera a rayas que vestía.
-No deberías estar aquí, es peligroso para el bebé -advirtió en automático, confiando en las alarmas encendidas que a él un día le sirvieron.
-No te preocupes por ello, no he venido para que hablemos de mí -respondió liberando un suspiro.
Un silencio extraño les rodeó, a Chawarin con las manos apoyadas sobre las rodillas comenzó a sentirse mareado y sin fuerzas.
-Te ves terrible-dijo repentinamente– en verdad lamento lo que sucedió -lo último salió más suave.
Desde que se sentó a su lado se había puesto tenso, pero tras mirarlo de reojo y descubrir la forma en que contemplaba su abdomen -con cierta adoración y melancolía- su corazón se había ablandado.
Sí, después de todo, jamás podría odiar a Nunew. Aunque frente a sus narices le hubiese arrebatado lo que más quería.
-Nunca debí acercarme a ustedes... Mi bebé, él nunca debió existir -contestó neutral, como si fuese un cascarón vacío.
Largando un segundo suspiro se hundió en aquella banca de madera, que en realidad, no era nada cómoda.
Encontrar a Nunew, no había sido fácil, pero Saint conocía a un investigador privado que en dos semanas le trajo buenas noticias, y había sido una suerte, ya que si hubiese llegado después de que sacara dinero utilizando su tarjeta, Zee lo habría descubierto antes.
-Pues no estoy de acuerdo contigo– cruzando sus brazos observó hacia el frente enarcando una ceja-, jamás me hubiera embarazado de no ser porque apareciste.
El menor permaneció callado unos segundos.
-Desde el momento que vi a Zee, me enamoré de él -admitió al valorar que su confesión no le causaría un disgusto al adverso.
No era nadie. No tenía nada que ofrecer. No era rival para Saint.
-Lo sé -replicó cortante-, ¿crees que no noté la forma en que tus ojos brillaron cuando lo miraste esa vez en la agencia? - Resopló como si se burlara.