¿Por qué nacer ahora?

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¿Sabes? Estaba pensando... Hemos nacido demasiado tarde para luchar por la revolución. Y a la vez demasiado pronto para tomar café con los aliens.

La cuestión es: ¿para qué hemos nacido en este momento justo? Espero que no sea para luchar una III Guerra Mundial, dicen que a la tercera va la vencida.

Y si eso se cumple, significa que nos hemos cargado el mundo.

...

- ¿Sabes? Yo... A veces me siento como si fuera piloto de una nave, pero yo soy el piloto y no la nave. Aunque me siento como la nave.

- ¿A qué te refieres con eso?

- Me refiero a que... Lo lógico sería que el piloto pilotase su propia nave, ¿verdad? Yo simplemente me limito a ser pilotado.

- ¿Cómo si fueras el piloto de una nave que no es tuya? ¿Cómo si la nave te estuviera llevando a ti y no tú a la nave?

- Exactamente, justo eso. Como si fuera el piloto de una nave que no es mía, como si la nave me estuviera llevando a mí y no yo a la nave. Trastorno disociativo de la personalidad, eso es lo que la psicóloga dice que tengo.

- Vaya... ¿Y eso? ¿Algún trauma sin resolver de la infancia?

- Muchos combates sin resolver a edad temprana, hay batallas que nunca se ganan. Otras se ganan antes de empezar.

- Siento oír eso.

- No lo sientas, este mundo es así. Muchas veces juega por ti con tus cartas y actúa como si fuera para ti el azar. Pero no hay azar que valga, todo viene ya preconfigurado.

- Estás siendo demasiado determinista ahí.

- Para nada, uno elige si salir llevando su paraguas o no. Solo que simplemente no tiene control sobre la lluvia.

- Lo estás reduciendo en exceso.

- No estoy reduciendo nada, tan solo soy realista. ¿Qué mundo es este en el que ni apenas podemos elegir no más que insignificantes detalles que no cambian nada?

- El diablo está en los detalles, amigo.

- Sí pero... ¿Qué diablos y qué detalles son esos?

- Los más importantes: los justos, los necesarios.

- "Pagan justos por pecadores".

- "Ojo por ojo y todos acabaremos ciegos". Yo también he leído la Biblia.

- Ya lo veo.

- Creía que estabas ciego.

- Nah... No tanto, tuerto quizás. Los ciegos no pueden ver nada, yo puede ser que solo vea la mitad de las cosas. Pero no me culpes, recuerda, simplemente no soy el piloto de mi propia nave.

- Te entiendo amigo, no tienes porque disculparte.

- No lo hacía.

- Pero te excusabas.

- Bueno, eso sí... Supongo que siempre intento buscar una buena excusa que se adapte a cada situación. Supongo que es un mecanismo de defensa que he desarrollado con el tiempo.

- Todo el mundo tiene sus cosas. Los viajes interestelares no suelen ser cómodos, menos si no eres piloto de tu propia nave.

En ese momento no pude evitar sonreir.

- Esa no me la esperaba... "Amigo".

Le solté una sonrisilla cómplice, él me entendió y soltó una carcajada.

- No hay de que, "amigo mío". - Volvió a reirse.

Jackie siempre había sido un poco cabrón, formaba parte de su encanto. Pero era un buen tío, me salvó la vida un par de veces en Plutonia. El desierto allí tenía ojos... Y bocas. Él sabía mantener las bocas calladas y los ojos cerrados.

Entre los dos habíamos visto mucha guerra. Demasiada. Era lógico que ambos nos tomásemos aquello a nuestra manera, era o reir o encerrarte en el cuarto a llorar.

Nosotros siempre intentábamos bromear hasta con lo más duro. Eso lo hacía mucho más llevadero.

Cuentos de la Tribulación CuánticaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora