Tres Coincidencias Y Un Vago Recuerdo

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"Buenos días, luz. La fecha de hoy es viernes veintidós de abril del dos mil veintidós. Hoy se pronostica un clima de veinte grados a partir de las once de la mañana. Los recordatorios de hoy son-"

El dispositivo se encontraba hablando con un silencio sepulcral de fondo cuando, de repente, una voz ronca y musical se escucha desde la cama matrimonia:

"Alexa, stop"

El pequeño altavoz inteligente se detuvo bruscamente y una figura delgada, pero completamente definida por el ejercicio diario, salió de la pieza donde se encontraba angelicalmente durmiendo.

"Mierda... No quiero ir a clases"

Soltó un suspiro tratando de generar más tiempo para quedarse en cama. Desde los dieciocho años constantemente despertaba con migraña, este día no fue una excepción. Después de unos segundos se pone de pie y se estira provocando que cada vértebra haga un pequeño sonido, sus brazos, piernas y pies fueron recorridos por una descarga generando completa satisfacción al detenerse y a la vez un mareo, trata de mantener el equilibrio y busca sus pastillas en la mesita de noche, al encontrar la caja de estas, saca una y la toma con un poco de agua de un vaso transparente de cristal que dejó en el mismo lugar anoche.

"Creo que, con veinte años encima, tendré que recurrir a un quiropráctico"

Dicho esto camina por toda la habitación comenzando su rutina diaria, primero, se dirige al baño, después sale y busca su ropa en el armario, tercero va y se da una ducha rápida, por último se pone el atuendo anteriormente escogido y sale de su cuarto para desayunar. Su vestimenta de hoy consistía en, un pantalón de mezclilla moderadamente holgado color negro, una camiseta blanca junto a una camisa negra, todo esto complementado con unos tenis vans de los mismos tonos. Se coloca un reloj digital en la muñeca izquierda y, para último toque, levanta sus dos mechones en una coleta sencilla. No sabía por qué se hacía esto último, así que la deshizo y se colocó un beanie negro.

Miró su reloj, faltan treinta minutos para el inicio de las clases. Tomó sus llaves, su mochila y un casco negro sin diseño para moto. Baja al estacionamiento en la planta baja saludando al señor Isaac, él se encontraba barriendo el lugar, Luz, cuidando el no pisar la basura, mira el suelo apresurándose para salir cuando, al momento de llegar a su destino, topa con alguien tirando su casco.

"Carajo, perdón, fue culpa mi..."

La persona habló con arrepentimiento y una pizca de preocupación. La morena, sin esperar demasiado de esta, recoge su casco y le mira por casi tres segundos.

"No importa, sigue tu camino"

Dijo ignorando el nerviosismo que le generó, la miró lo suficiente para darse cuenta de que era la misma chica que hablaba con el profesor de cálculo, era muy parecida a su compañera... Ahora que recordaba, ¿dónde estará la chica?, bueno, realmente no le interesa. Frunce el ceño, alza los hombros, y decide irse sin decir más.

























Frente a ella se encontraba su razón de existir, una motocicleta Kawasaki Z400, modelo dos mil diecinueve, el regalo de dieciocho años por parte de su abuelo, él mismo, meses después, le pidió las llaves por un accidente que la morena tuvo en esta, pero ella se negó, se había encariñado tanto con ella que, cuando se recuperó del accidente, se dedicó a repararla con sus propias manos, algunas cosas no las logró, pero su abuelo no dudo en ayudarle. Él mismo trabajaba en una fábrica de la marca armando cuando joven hasta que se jubiló. O eso recordaba ella. No podía negarlo, algunas veces regresaba la mala sensación al subirse, pero esto no la limitaba en nada, adoraba pasear en ella, dirigirse a algún lugar con la sensación que generaba el aire al golpear contra su rostro y torso.

𝕾𝖔𝖑𝖎𝖙𝖆𝖗𝖎𝖔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora