cuatro.

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· • —– ٠ Contrato ٠ —– • ·

Dios Jimin ¿qué te pasa? Son las tres de la madrugada —la voz ronca de su compañero de apartamento apareció por la otra línea.

Hoseok debes ayudarme, creo que estoy metido en un problemon —Jimin dijo completamente asustado, apunto de llorar por la presión a la que era sometido.

¿Ahora que hiciste? ¿Te metiste en problemas con tu jefe?

Peor, te contaré pero debes prometerme que no se lo dirás a nadie —aclaro su garganta—. Hay un contrato de por medio, uno que realmente me beneficia pero... no se si aceptarlo.

¿Y de que se trata? ¿Que tienes hacer?.

Yo tengo... tengo que casarme y tener hijos con mi jefe.

¿Que mierda? ¿Estás bromeando? Jimin es demasiado tarde para hacer bromas —le regaño.

Me-Me gustaría que fuera solo una broma o un sueño, pero no lo es Hobi, realmente tengo que escoger y solo tengo hasta mañana, tienes que ayudarme, eres mi único amigo.

Mierda.

Si, mierda.

Casi toda la noche, Jimin estuvo pegado al teléfono y no descansó después de la llamada con su roomie. Continuó pensando mientras caminaba por la habitación de un extremo a otro como un león enjaulado. Los consejos de Hoseok sobre tomar aquella la oportunidad de oro que no se presentará nuevamente lo habían ayudado solo un poco, pero también debía considerar su futuro: se estaría casando con un hombre que no lo ama y debía tener a sus hijos. ¡Era una locura!

Su cabeza era un remolino de pensamientos y decisiones; tenía miedo, pero también sentía curiosidad. Sin embargo, recordó que la curiosidad mató al gato, y él no quería morir.

Había pedido nuevas experiencias, pero no una tan drástica como el matrimonio y la paternidad de un día para el otro.

—¿Tal vez si huyo? —pensó—. No, no puedo hacer eso, arruinaría al jefe —se respondió mientras mordía la uña de su dedo índice, preocupado—. Pero aún soy muy joven para casarme y tener hijos, ni siquiera he ido a un bar o he tenido mi primera... —se detuvo, aghastado—. No puedo creerlo —así continuó, dando vueltas a ideas sin sentido y terminando abatido por la desesperación.

Las horas pasaron hasta que amaneció, y a las ocho en punto, Jeon Jungkook ya estaba tocando la puerta de su habitación. Todo su cuerpo tembló, y todo lo que tenía en la mente se borró por puro miedo. Solo quería huir, pero no pudo. En cambio, abrió la puerta.

—Park, buen día. ¿Te desvelaste? Llevas la misma ropa de ayer y tienes unas horrendas ojeras —mencionó Jungkook.

Jimin tragó saliva y le hizo saber:

—Creo que... tengo una respuesta, jefe.

—Te escucho.

—Te escucho

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Propuesta laboral┊𝐊𝐎𝐎𝐊𝐌𝐈𝐍            Donde viven las historias. Descúbrelo ahora