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Otra mañana más en el Revenge, el sol brilla alto y con fuerza, la poca tripulación que queda en el barco prepara la munición de los cañones y se preparan para empezar otro día más en la mar, sólo que esta vez había un "invitado" abordo. El mismo Stede Bonnet, que se encontraba mal herido con una bala en la parte superior del pecho, con múltiples vendajes rodeando su torso, la hemorragia había parado, pero la infección de esta herida era inminente.
El exigente capitán Barbanegra no dejaba a nadie entrar en el camarote donde reposaba el rubio, sólo él podía entrar y salir, cosa que tampoco hacía. Prácticamente estaba en la entrada de la habitación casi todo el día, como un perro guardián, pensando qué hacer, cómo actuar para salvar a su compañero, alguien tenía que sacarle la bala del pecho, Pero ¿quién?
Por otro lado, Izzy Hands se siente extraño, vacío, como si echara de menos a alguien, quizá a Lucius, ese bribón le sacaba de quicio, pero a la vez, cuando no estaba presente era todo jodidamente aburrido y... hetero. Además, ni en mil vidas lo admitiría, pero era posible que ese mendrugo le atrajera un poco, era bastante adorable.
-Pero qué coño digo, me ha dado mucho el sol.-Gruñe el señor Hands, para sí mismo.
Sin embargo... Barbanegra dijo que estaba muerto, esa idea le tocaba los huevos del todo, pero ¿acaso sería verdad? En el fondo de su corazón blindado deseaba con todas sus energías que el jovencito estuviera sano y salvo en algún paradero.
-¡A trabajar joder! Panda de inútiles. No sirven ni para cagar.
Fang comenta
-Te veo más alterado que de costumbre, Izzy.
-Métete en tus putos asuntos.
-A veces es mejor dejarlo salir y hablar las cosas con tus amigos, como diría el capitán Bonnet.
La cara de asco que pone Izzy es un cuadro, no soportaba escuchar el nombre de ese hombre.
-Esto no es un jodido psicólogo, es un barco, y de piratas te recuerdo. Además, yo no tengo amigos.
-Yo te considero mi amigo.- Dice inocentemente Fang, mientras hacía inventario de la munición.
-Oh... -Se sorprende el señor Hands frunciendo el ceño, no se esperaba esa respuesta, aunque en el fondo la apreció- Ehm... ¿Gracias? -responde finalmente con ligera confusión y se arregla la chaqueta disimulando su vergüenza. -En fin, continúa con tu trabajo, voy a ver al capitán.
Izzy se acerca a la entrada del camarote donde está Barbanegra sentado en un pequeño y roñoso taburete, con su típica pipa, fumando mientras mira al horizonte ensimismado en sus pensamientos.
-¿Y bien, capitán?-Pregunta el señor Hands
-¿Hm?-Responde Edward, sin entender su pregunta
-¿A qué esperamos? Usted mismo dijo que quería matarle personalmente, ¿A qué esperamos?
