Pequeñas historias de los chicos de este juego.
> Algunos capítulos pueden tener contenido sexual, abuso, drogas, etc.
> Los personajes no me pertenecen.
> Todos los capítulos contienen "yaoi".
Diluc y Kaeya tenían una relación un tanto rara, de día eran unos totales desconocidos pero al llegar la noche no había quien los separase, cosa que solo ellos sabian.
Esa noche habían quedado después de que el bar cerrara, como lo hacían habitualmente cuando Diluc estaba de mal humor.
Kaeya al estar tan ocupado con los Caballeros de Favonius y estar atento a la pequeña Klee. (todos estaban mas ocupados de los normal, por eso tuvo que hacerlo esa tarde por su cuenta). Kaeya al anochecer se encargó de llevar a la pequeña rubia con coletas a su casa con su madre. El moreno volvió a su casa ya cansado del trabajo por hoy.
Cuando volvió a su hogar se dedicó a limpiar todo, desde la cocina hasta los baños, aprovechando que no estaba tan cansado.
Después de eso de dedicó a arreglarse para dormir, se adentró a la ducha y estuvo ahí unos diez minitos hasta que alguien empezó a tocar la puerta como loco. Ya harto de la golpeadera salió de la ducha, se puso su bata de baño y su parche para así bajar a confirmar quien era aquella persona molesta.
Se sorprendió al ver a un Diluc con el seño fruncido y con los brazos cruzados. Le pareció extraño que lo haya visitado sin avisar anteriormente. Cuando iba a abrir la boca para hablar Diluc se adentró sin aviso y cerró la puerta un tanto fuerte.
— Oye oye, ¿Que haces? ¿Pasa algo?
— No viniste.
Lo vió a los ojos como si quisiera asesinarlo.
— Oh...
— ¿Lo olvidaste?
— E-es que estuve todo el dia -
Diluc lo interrumpió de nuevo para asi tomarlo de la cintura, Kaeya se dejó hacer, sabía que era mejor no pelear. Diluc unió sus labios empezando una danza con sus lenguas. Sin previo aviso levantó a Kaeya sin problemas y lo subió a su habitación. Continuó besando al moreno hasta dejarlo en la cama.
Diluc conocía muy bien a su amante, por lo que sabía exactamente donde se encontraban sus cosas. En un pequeño cajón que había debajo de la cama pudo encontrar lo que quería, un prqueño aparato que usaría pada molestarlo. Lo dejó un momento al lado, se quito su chaqueta mientras que Kaeya quitaba su bata y se acomodaba el pelo en una coleta. Se arrodilló frente al de piel pálida e hizo un pequeño puchero. Subió su mano hasta el miembro adverso psra empezar a acriciarlo sobre la gruesa tela de aquellos pantalones.
— Se ve tenso maestro Diluc, ¿Porqué no mejor le ayudo a que se relaje?
Subió su otra mano para poder bajar los pantalones, cosa que no terminó de hacer, Diluc tomó a Kaeya del mentón e inspeccionó su cara como si estuviera pensando en algo. Besó sus labios de manera dulce y se separó.
— Eso será a la próxima, quiero jugar un poco con eso.
Tomó el juguetito y luego se sentó en la cama, palmeó sus piernas haciendole entender a Kaeya que se acostara en ellas.
— Fuiste malo Kaeya, ahora necesitas un castigo, no una recompensa.
Kaeya bajó la mirada un poco desanimado, pero hizo lo que el mayor de ordenó. Se acostó sobre el tal y como lo ordenó Diluc, nos quería hacerlo enojar mas.
El de piel pálida se dedico a acariciar sus nalgas y de vez en cuando palparlas, ya satisfecho tomó el aparato y lo puso en sus dedos.
(Contexto del juguete)
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Escupió la entrada del peliazul, y con su pulgar esparció la saliva para que quedara dilatado el menor. Hasta que porfin metió sus dedos dentro de Kaeya, este solto un gemido largo y dulce, música para Diluc. Espero un par de segundos más para que se acostumbrara y asi empezó sus movimientos. Una tortura para Kaeya, un gozo para Diluc.
Y Kaeya sabía que esa noche no iban a dormir ni los vecinos.
