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Habían pasado tres semanas desde que elegimos el método por el cual trataríamos de acercamos a IU. Tres semanas en las cuales ella y Jungkook estaban comunicándose a través de cartas, mismas de las cuales yo estaba al tanto y en las que ayudaba al castaño.
—¿Has terminado?—cuestiono.
—Si— mueve la cabeza asintiendo, mientras me tiende la próxima carta que será enviada. Sus mejillas se encienden cuando empiezo a leer las letras sobre el papel y por un momento observo de reojo sus acciones, al menos hasta que alza levemente la mirada desde su posición y nuestros orbes chocan.
A Lee Ji-Eun.
Eres como la noche, callada y constelada. Eres como la luna, tan llamativa
e inalcanzable.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
Leo varias veces las letras sobre el papel y una de mis manos va hacia mi corazón, el cual justo ahora late casi de manera desbocada. Esto es sutil, pero también precioso.
—Es perfecto— comunico luego de unos segundos y al instante sus ojos se instalan en mi persona.
—¿Segura? Yo... No es-estoy del to-todo convencido aún—traga saliva nervioso y asiento eufórica. Habíamos decidido que durante esta semana nos acercaríamos a Lee más de lo usual, lo suficiente para que caiga en cuenta de los sentimientos de mi cliente, pero no para que llegue a sentirse sofocada.
Una idea fugaz pasa por mi mente y doblo el papel que contiene lo escrito.
—¿Le parece si mejor la invitamos a casa para una cena? O bueno, usted la invita.— corrijo— Después de esto y el como ella reacciona, le enviaremos la carta, al menos así logrará sentirse más seguro. Su rostro se contrae pensativo por unos segundos y luego asiente. — Entonces deje todo en mis manos. Yo me encargaré.— concluyo y guardo el papel dentro del pequeño cuaderno que siempre traigo consigo. Los orbes del chico frente a mi me observan casi queriendo saber lo que pienso y solo le sonrío en respuesta.
Entre todos los preparativos para la cena, que deseaba saliera perfecta por obvias razones, el tiempo se pasa casi volando. Casi al cumplir hora y media, decido enviar la carta con una de las personas que trabaja con ella, y ansiosa de su respuesta, decido esperar.
Después de la breve conversación que tuve con Jungkook, estuve haciendo algunas cosas en la cocina, y llamando a unas personas que podrían encargarse de los aperitivos en la pequeña y retirada isla. Una parte de mi estaba ansiosa por esto (sobre todo porque es un paso fundamental en el plan) mientras que la otra, sentía miedo, un sentimiento arrollador se había instalado en mi pecho como si algo se avecinara, y no precisamente algo bueno.
—¡Lisa!— una voz conocida me saca de mis pensamientos para traerme de vuelta a la realidad, y decido ver la hora en el reloj de pared de mi habitación. Cinco y media de la tarde y contando.
