Aluca tenía una mejor amiga.
Ambas eran muy unidas. Siempre sonriendo, cantando y jugando.
Pero todo cambió cuando los resultados de ese concurso llegaron.
Ambas participaron en un concurso de deletreo. Estaban emocionadas y listas para compartir.
Al final su Lois, su mejor amiga, ganó la competencia.
Todos pensaban que su amistad era inquebrantable.
Pero solo faltó que ella triunfará. Y todo se fue a la mierda…
Lois fue a dónde aluca, quería celebrar su logro con su amiga.
Pero lo que la recibió no fue su amiga.
La tercera de las hijas Dip, la miro con una cara de mil demonios. Su respiración era agitada, su odio y enojo eran evidentes.
-Tú- la señaló con el dedo- ¿A qué vienes? ¿Ha restregarme tu Victoria? ¿A burlarte de mi por no no pronunciar bien la w? Eres una maldita
Lois no entendía el comportamiento de su mejor amiga.
Se le acercó para calmarla. Pero un empujón y pal' lodo. Eso fue lo único que recibió.
-¡No me toques!- le gritó con sus colmillos expuestos- Pensé que eras mi amiga pero solo eres una perra que quería verme caer. ¿Crees que por esto eres mejor que yo? Déjame decirte que esto es lo único que conseguirás en tu vida por qué eres fea, boba, estúpida, una fracasa y ¡UNA HIJA DE PUTA!
La niña se terminó de descargar. Está furiosa y la verdad es que no había mucha razón.
Aluca se dió cuenta de que se dejó llevar por su parte demonio.
¿Cómo lo supo? Pues…había hecho llorar a su mejor amiga.
Cuando al fin se dió cuenta, ya era tarde.
Trato de disculparse hechandole la culpa a sus raíces demoníacas y a su pecado capital.
Pero fue inútil.
Lois salió corriendo con lagrimas en los ojos y el corazón pisoteado por su mejor amiga.
Aluca lloraba. Había perdido a muchos amigos en el pasado. Lois fue la única que se había quedado a pesar de su mal genio.
Lois era su mejor amiga. Pero ¿Cómo podía seguir está amistad si la había lastimado tanto?
No lo sabía. Solo era una niña; Lois no quería hablarle. Su única acción fue ponerse a llorar.
Damien fue a buscarla minutos después. Vio cómo su pequeña lloraba en el piso, dolida por haber lastimado a su mejor amiga.
La cargó y Aluca lloró en silencio en el hombro de su progenitor.
Cuando al fin llegaron al infierno, Pip no dudo en auxiliar emocionalmente a su pequeña de tan solo 10 años.
La llevo a su habitación y encendió su cajita de música. Las melodías de Beethoven siempre la tranquilizaba.
No quiere comer pero Pip uso sus jugabilidad de madre para hacerla probar un bocado.
A la hora de dormir la joven Aluca miraba el techo, recordando todo los momentos que pasaron juntas. También reflexionó sobre su comportamiento.
Esa noche, Aluca no paro de llorar.
Y cómo no hacerlo. Pues...
Si la envidia de un amigo, es peor que el odio de un enemigo.