Capítulo 6: Los monstruos del bosque.

428 71 5
                                    

Continuo observando la intrínseca oscuridad de la noche, atenta a cualquier movimiento entre los árboles, pero cuando me convenzo de haber captado algo no es más que una gélida brisa o algún pequeño animal

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Continuo observando la intrínseca oscuridad de la noche, atenta a cualquier movimiento entre los árboles, pero cuando me convenzo de haber captado algo no es más que una gélida brisa o algún pequeño animal. Me remuevo en la silla intentando encontrar una posición más cómoda, aunque después de tantas horas de vigilancia no creo que nada pueda apaciguar este dolor de espalda.

No me he atrevido siquiera a cambiarme de ropa, temerosa de que su figura pueda emerger del bosque necesitada de auxilio y yo me lo pierda. Soy incapaz de entender como lo han abandonado de esta manera, creo que si saliera del cuarto podría oír los tranquilos ronquidos de Roger. Meso mis largos y enmarañados cabellos tratando de encontrar una respuesta, pero todo es tan vago...

Tengo miles de pistas, pero ninguna lo suficientemente contundente como para darme un atisbo de lo que sucede. Los ojos de Caleb, esa imagen me perseguirá de por vida. Puede que se trate de alguna enfermedad rara. Esa rabia infinita que manifestaba es tan diferente del chico que conozco, se comportó como un animal salvaje, tan fuera de sí. Además, continuo cuestionando que pudo gatillarlo.

Las horas transcurren extenuantes y a pesar de mis esfuerzos, no soy consciente de que me he quedado dormida hasta que alguien empuja suavemente mi hombro.

—Beth, despierta cariño —susurra Emma—. Deberías pasar a la cama.

—No voy a moverme hasta que Caleb vuelva —sentencio desperezándome, dispuesta a continuar con la observación.

—Él estará bien —asegura intentando convencerme, aunque le será inútil—. Entonces, al menos baja a desayunar —pide con tono suplicante.

—No tengo apetito.

—Lisa y yo saldremos a comprar a la ciudad, si te das prisa puedes venir con nosotras —ofrece, así que deniego su oferta de la forma más suave que puedo y tras ello se marcha desperanzada.

¿Cuánto tiempo ha pasado ya? Él tampoco habrá comido nada. Quizás este en algún lado tirado, muerto de frío. O algún animal haga hecho de las suyas con su cuerpo. Salto de la silla incapaz de contener más mis nervios o esos pensamientos catastrofistas, aunque posibles. Pues ¿Cómo sería capaz de sobrevivir un joven por si solo en un bosque lleno de bestias salvajes?

En realidad no medito demasiado otras opciones disponibles, nada más se me ocurre una útil y aunque no es la preferida ni en un millón de años, no pienso dejar a Caleb en la estacada por mis reticencias. Al salir de casa confirmo que todos han continuado con sus planes y eso solamente aumenta mi cabreo. Conozco bien el camino hacia mi objetivo, antaño las reuniones y fiestas solían celebrarse en el cálido hogar de Günther.

No obstante, nunca lo vi de esa forma. Parecía más como la guarida del lobo, un lugar frío donde él se dedicaba a rondar alrededor de los forasteros. Contemplándome con esos ojos gélidos, en los que a pesar de mi corta edad reconocía la amenaza. A lo lejos observo que varias personas se agrupan en el exterior, pero tengo la extraña sensación de que ellos me han notado mucho antes.

Latido - Criaturas de la noche I.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora