Capítulo 3

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¿Soy la única que lo odia?

Lorenzo regresó e insistió en que no quería volver a la biblioteca por el resto del año. El camino a la sala común fue dedicado a todo tipo de insultos hacia la señora Pince y la emoción de Blaise por confirmar sus sospechas.

Mientras discutían sobre aquello, en un discreto movimiento me acerqué a Matheo, no había hablado desde que salimos de la biblioteca.

—¿Seguro que no deberíamos ir a buscar a Draco?.- pregunté.

Negó con la cabeza.—Debemos darle su espacio, ya debe estar en la sala común tratando a todos como a insectos y fingiendo que nada de lo que le dijo Tom pasó o le afectó.

—Pero si le afectó.- dije en un murmullo.

—No nos gusta admitirlo.- se encogió de hombros y continuó con la cabeza abajo, su mente estaba en otro lado.

Asentí y fingí comprender lo que decía, pero podía aprovechar la situación y tomar la vulnerabilidad de Draco a mi favor para volvernos más cercanos, de esa manera podría confiar más en mí y tratar de sacarle información sobre los hermanos Riddle, parecían tener algo entre ellos.

Entramos a la sala común y tal y como dijo Matheo, Draco ya se encontraba en el sofá frente a la chimenea, pensativo y solitario.

—Bueno al menos puedo confirmar los rumores.- dijo Blaise con orgullo y se tiró sobre el sofá junto a Draco.—Ese idiota de Pucey, no puedo creer que le guste alguien como Millicent...

—¡Ya deja a Millicent!.- lo regañó Pansy.

—¿Pero por qué la defiendes?.- se extrañó.—¿No habías dicho que hace dos años la idiota se puso a inventar rumores sobre ti y el profesor de defensas?

—No eran inventos.- resopló ella, girando los ojos.

—¡¿Te acostaste con un profesor?!.- saltó Blaise asombrado.

—Ya dejen los rumores por un rato, me duele la cabeza de escuchar sus odiosas voces.- gruñó Draco desde su asiento que traía consigo una manzana verde.

—Puedo seguirlos contando en una canción.- sugirió Blaise con una encantadora sonrisa.

—No empieces.- gruñó, su voz era fría y de pocos amigos, el mismo tono de voz con la que nos presentamos.

Tal vez Draco estaba jodido por dentro, pero por fuera aparentaba tener menos sentimientos que una piedra, aunque esos sentimientos se pueden acumular y desbordarse de lo grandes que se pueden volver. Sin embargo parecía que Draco lo tenía bajo control, en esa posición sobre el sofá, daba un aire de grandeza y superioridad hacia cualquier persona presente en la habitación.

Me alejé de ellos para no escuchar otra estúpida discusión que no sabía si era amistosa o realmente peleaban.

Eché un vistazo a la sala común, era enorme y elegante. Había oído rumores de que apestaba a moho y pescado, pero estaban todos muy lejos de la verdad, todo olía a perfumes caros y pergaminos, era muy fresco para estar debajo del lago.

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