Capítulo 8

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María tiró de mi mano para que entráramos juntas. A primera vista todo se veía normal, como ya se encontraba un poco oscuro todo debido a que ya estaba empezando a oscurecer, no era posible notar algo raro a simple vista. Cerré la puerta y caminamos con precaución, María en ningún momento soltó mi mano. A un par de metros de la puerta se encontraba el interruptor de la luz, por lo que no tardé en presionarlo. Las luces de la sala de estar se encendieron, pero todavía no se veía nada extraño alrededor.

— Imagino que sentiste el aire... Extraño cerca del sillón ¿no? — Interrogó devolviéndome la mirada.

Asentí con la cabeza, todavía seguía muy alerta por si él se encontraba cerca.

— De acuerdo — Manifestó a la vez que nos dirigimos al sillón con cautela.

Cuando estuvimos al lado del sillón empezamos a mirar por todo lados y a estar muy alertas, sobre todo yo ya que posiblemente si volvía suceder, el aire helado solo me afectaría a mi. Estuvimos así alrededor de un minuto, pero no sucedió nada.

— Lo más seguro es que él está esperando el momento justo para volver a atacarte.

— Supongo — Dije algo nerviosa — Imagino que él no es tonto.

María dio un suave apretón dándome ánimo.

— Si no te molesta, ¿podemos entrar en la habitación en la que me dices que te atacó?

La verdad, al último lugar que quiero ir es a esa habitación, pero pues si vamos a averiguar qué demonios está pasando aquí, entonces ese sería el lugar donde encontraríamos más respuestas, por lo que no podía negarme.

— Seguro, te guio — Vociferé aún nerviosa.

Y así tomamos rumbo a esa habitación del piano. Al subir cada escalón podía sentir como cada vez más mi corazón se acelera del miedo, pero aún así intenté seguir firme. Llegamos justo al frente de la puerta, mis manos ya habían comenzado a temblar, aunque intentaba disimularlo ya que todavía seguía sosteniendo la mano de María.

— Tranquila, yo estoy aquí — Dice ella a la vez que me regalaba una cálida sonrisa — Abriré la puerta e ire al frente para que te sientas segura.

¡Por Dios!, apenas ayer conocí a esta chica y se ha portado de una manera tan especial conmigo, es la primera de la ciudad que me hace sentir que no soy una molestia, eso me conmovió.

— Está bien — No pude rechazar esa oferta, todavía seguía temblando del terror — Pero ten cuidado por favor — Le rogué.

— Claro.

Sin perder tiempo, abrió ambas puertas de golpe. Por un instante se quedó alerta observando primero la habitación antes de entrar. Luego de que comprobó que podía ser seguro empezó a caminar. Después de que diera unos pasos, comencé a seguirla.

Lo primero que observé fue el jarrón, el cual todavía seguía roto, y seguido de esto dirigí mi mirada al piano, al verlo, todos los recuerdos de esta madrugada se instalaron en mi mente, y eso me dio escalofríos y terror. María en cambio se veía serena pero todavía alerta. De hecho al primer lugar que decidió dirigirse fue al piano. A pesar de que no quería acercarme a ese lugar, seguí detrás de ella.

— Cuando estuvo al frente de las teclas dijo — Decían que tenía talento para la música —Su mano acaricio las teclas. Ja, eso es extraño, el piano no se ve que le dieran mucho uso, posiblemente tenía poco tiempo de comprado cuando el chico murió — Algo me dice que si vuelve a aparecer, será en esta habitación — Indica a la vez que me devuelve la mirada.

— Eso me da más razones para no volver a entrar aquí — Manifeste mientras seguía mirando a todas partes, tenía miedo de que él apareciera en cualquier momento.

Bajo La Misma SombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora