prólogo

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Las pilas de cuadernos se alzaban desde la alfombra grisácea hasta sobrepasar la altura del escritorio ya deteriorado por los años de exigencia en la sala, algunos estaban más salidos que otros y unos pocos ya se habían precipitado y yacían en algún lugar de la pequeña habitación. JungKook no quería pensar en cuántos cuadernos extravió cuando salió corriendo de su última clase, aún recuerda a la estricta jefa del departamento de lengua sacar su horrorosa pluma rosa por la ventana de algún salón de clases, esa extravagante pluma estaba pegada en un feísimo sombrero del mismo color y todo el conjunto estaba sobre la cabeza de esa vieja de enormes gafas de culo de botella.

No le dio tiempo a regañarlo pues Jeon había aprendido a escaquearse de ese tipo de obstáculos en sus carreras diarias que se montaba de una clase a otra.

Ahora estaba revisando cuadernos acumulados de sus ultimas cuatro clases, uno tras otro pasaba las páginas desgraciadas con extremada furia y resonaba el sonido del adolorido papel en la sala. Y bueno, no solo se escuchaba el pasar de las páginas, JungKook tenía la respiración de TaeHyung pegada a la nuca y por más que diese manotazos como quien se deshace de una mosca, el irritable muchacho seguía patrullando a sus costados.

Dejaba salir recomendaciones, le daba consejos y regresaba para hacer lo que JungKook más odiaba.

TaeHyung tocaba sus orejitas.

¿¡Qué clase de broma era esa!?

Sí, puede hacer una descripción extensa y egocéntrica de sus respingonas y suaves orejitas negras, pero no puede dejar que semejante ser las toquetee y las amase como si tuviese algún tipo de confianza.

JungKook era profesor de matemáticas, el más joven de su departamento y nuevo en el colegio de educación secundaria, bastante animado y un Alfa tierno para la mayoría de Omegas que trabajan en los diferentes departamentos.

TaeHyung era el jefe de departamento de arte, el único profesor de arte de toda la secundaria. Era un Omega odiado por la mayoría de profesores del centro por ser alguien con un historial médico algo extraño, no por sus enfermedades, sino porque afectaban a todos los que trabajaban cerca de él.

Y después de una junta del claustro, muy injusta, se decidió que TaeHyung y JungKook tendrían una sala de profesores para ellos dos solitos. De esa manera podían deshacerse de dos grandes problemas.

—¿Puedo?

Preguntó, pero le daba igual la respuesta, él atrapó una de las orejitas negras y la otra se sacudió en consecuencia, la colita que sobresalía en la espalda baja del Alfa aleteó asustada y TaeHyung sonrió travieso.

No sabía cómo organizaba TaeHyung sus clases y nunca fue tan curioso o interesado por sus compañeros como para preguntarle si él realmente trabajaba o solo iba allí diario para jugar con sus orejas y su poca paciencia, sacándole algunos sustos cuando entraba en la sala en sumo silencio o cuando se acercaba mucho a él y le hacía sentir cohibido siendo él un Alfa.

—Tu lugar de trabajo está limitado por una raya en el suelo, TaeHyung —Le recordó y se mantuvo quieto, sus ojos traspasando los papeles en su escritorio, pero la adrenalina recorría sus venas y el bombeo de su corazón pronto cometería un error y mandaría al garete cualquier acción coherente.

Podía echar a TaeHyung por las buenas o por las malas.

Apreció la apariencia calmada de TaeHyung cuando vislumbró por segundos fugaces su colita danzar tranquilamente a su costado, como si le estuviese poniendo a prueba.

—¿Uh? ¿Un límite dices? —Cuestionó con un timbre animado, las orejitas en su cabeza se menearon alertas y dejó el lado de JungKook para buscar la dichosa línea que dividía sus puestos de trabajo.

Y sí, había una egoísta línea dictando sus respectivos lugares, prohibiéndole el paso y casi gritándole que él no podía salir de allí.

—Si pasas esa raya —Murmuró Jeon en un tono de ultratumba, tan sobrio y aburrido como un predicador todos los domingos en las mañanas, amenazándole— Amarraré tu lánguida cola al pupitre.

La colita del tigre se vio comprimida en una tensa posición detrás de TaeHyung, y el tigre no tuvo más remedio que asentir con un puchero.

—¿Cuándo dibujaste la línea? —Preguntó y el Alfa meneó sus ojuelos hasta él con una ceja alzada— Si lo hiciste en mi horario, significa que cruzaste para tomar una de mis tizas... —Murmuró.

La línea que indicaba la frontera era de un color morado y recuerda muy bien que JungKook solo utiliza las blancas.

—Así que supongo que podré cruzar cada vez que necesite de tu material... ¡Uh! Me hace falta una grapadora y tú tienes una.

Y así, entre bufidos, gritos, unos cuantos objetos lanzados y demasiadas quejas, TaeHyung enamoró al conejito de bonitas mejillas carmines y de linda sonrisa escurridiza.

rawr me | kooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora